"Dice la canción del Triste “...que siempre estoy hablando de ti” y ahí se hace referencia a la ausencia, hablamos de aquello que se encuentra ausente y lo hacemos presente a través de la palabra, por eso el consuelo del doliente es hablar de aquello que ha perdido, el melancólico suele hablar de su pasado, confirmando que algo de ahí ya no está en el presente, sólo memorias, sólo recuerdos. Aquello que está ausente lo idealizamos, lo pensamos, pasa por la imaginación y en esa imaginación interactuamos con aquel que está ausente, interactuamos con su fantasma, con aquello que pensamos que siente, que hace, que dice, nos enganchamos con eso, le rumiamos, nos desgastamos, nos frustramos y nos enfadamos con la imagen que tenemos del otro, nuestra única alternativa es curiosear en las redes sociales para seguir alimentando al imaginario para seguir con ese resonante acto masturbatorio de interactuar con nuestras propias imágenes fantasmales, sufrirlas, gozarlas. Esa es una de las características de la seducción melancólica que es habitual en nuestros tiempos, interactuamos con la imagen, hablamos del otro para hacerle presente pero jamás hacemos lazo porque la palabra pasa por todas partes menos como medio para aproximarme al otro, de ahí que no es lo mismo hablar del otro que hablar con el otro".
Jonathan Ahumada
Clínica de las emociones
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