viernes, septiembre 27

¿Qué es el efecto placebo? ¿Y por qué funciona?

« La palabra placebo es usada normalmente con desdén, “Oh, es sólo un placebo”, y las razones para este desdén son varias y muy válidas, y ya las tocaremos, pero vamos a empezar por decir que un placebo puede ser de hecho muy efectivo. El efecto placebo es real y poderoso en el tratamiento de muchas condiciones. Hay que empezar por ahí, porque cuando hablamos de placebo no estamos hablando de algo que no funciona, estamos hablando de algo que sí funciona, y en algunos casos funciona muy bien. 

En términos generales, para la mayoría de condiciones, desordenes o enfermedades (con muchas y muy importantes excepciones, quiero dejar eso también muy claro) hay una regla muy básica: cualquier tratamiento es mejor que ningún tratamiento. Recibir cualquier tipo de tratamiento es muchísimo mejor que no recibir ningún tipo de tratamiento (de nuevo, con unas muy importantes excepciones, hay claros casos en que un “tratamiento” puede empeorar terriblemente la condición). ¿Te tratas tus dolores de cabeza con una aromática de hierbas? OK, es mejor que no usar nada. ¿Te tratas tus alergias con homeopatía? OK, es mejor que no usar nada. ¿Te tratas tu insomnio crónico tomando un vaso con leche tibia? OK, es mejor que no usar algo. Cualquier tratamiento es mejor que ningún tratamiento. PERO eso no significa que lo que estés usando sea más que un placebo. Funcionan, sí, porque el efecto placebo es fuerte, en muchos casos poderoso y definitivamente es real. El hecho de que tú creas que se está haciendo algo que crees que va a funcionar, que te va a ayudar, puede llegar a disparar el efecto placebo y hacer que te mejores de tu condición (de nuevo, con muchas y muy importantes excepciones). Para poner un ejemplo, si estás sufriendo de depresión clínica cualquier tratamiento psicológico, sea terapia psicodinámica, sea terapia biomédica y cognitiva, sea sentarte a rezar 92 veces el rosario confiando en el poder la oración, sea ver a tu shaman de cabecera bailar desnudo bajo la lluvia, es mucho mejor que no recibir ningún tratamiento si tienes confianza que lo que se está haciendo es efectivo. El saber que se está haciendo algo que tú crees que te va a ayudar hará, efectivamente, que te mejores más rápido y salgas de tu depresión. 

Frente a esto varias preguntas surgen: ¿Qué tanto es esa mejoría real y qué tanto es tan sólo percibida? En la gran mayoría de los casos y frente a condiciones bastante serias, los placebos lo que hacen es causar una mejoría percibida, en otras palabras: te sientes mejor, pero no estás mejor. Los síntomas de tu enfermedad o condición tan sólo son “enmascarados” por un tiempo gracias al efecto placebo. Efectivamente te sientes mejor e incluso puede que incluso estés mejor, pero los síntomas están ahí aún, tan sólo enmascarados. Para seguir con el ejemplo, puede que después de rezar el rosario, el “poder de la oración” efectivamente te mejoró tu depresión, pero esto es tan sólo una mejoría percibida, no una mejoría real, y pronto, seguramente muy pronto, volverás a caer en la depresión y, también muy seguramente esa recaída será aún más fuerte que antes. Esta es la primera y más importante razón del desdén frente a los placebos, en la gran mayoría de los casos tan sólo enmascaran los síntomas, hacen sentir mejor a las personas sin que en verdad estén mejor, y porque se sienten mejor no buscaran un tratamiento realmente efectivo, y cuando recaigan seguramente será peor que antes. Bueno, pero también vale aclarar que en algunos casos la mejoría producida por un placebo de hecho sí es una mejoría real. El placebo hace que las personas en realidad sí se mejoren, no tan sólo que se sientan bien. Todo esto combinado hace que el desdén hacia los placebos sea aún mayor pues ¿cómo saber cuándo una mejoría es real y cuando sólo percibida y, a la larga, perjudicial para las personas? 

Pero la pregunta más importante que surge es: ¿Por qué se da el efecto placebo? ¿Por qué si nuestros cuerpos tienen la capacidad de sanarse a sí mismos, que es lo que sucede con el efecto placebo, por qué simplemente no lo hacen siempre y ya? ¿Por qué necesitan de un placebo para hacerlo? Ahora, esa sí que es una pregunta interesante, muy, pero muy interesante. ¿Y la respuesta? Bueno… No sabemos. Tenemos una idea más o menos clara del porqué se podría dar, pero no una respuesta definitiva, y al final del texto colocaré un link a un video en donde se ilustra esta idea. Sabemos que se trata con las expectativas de las personas, si crees que algo te va a ayudar, seguramente lo hará (recuerden, es casi imposible saber si esa ayuda es real o sólo percibida), de la misma manera si crees que algo te hará daño, seguramente lo hará, esto último se llama “nocebo”. Sabemos que tiene que ver con condicionamiento, podemos condicionar a alguien a que piense que cierto estimulo es “sanador”. Si creciste en una familia y/o comunidad que cree que la homeopatía funciona, bueno, te va a funcionar porque se te ha condicionado a que la consideres un estimulo sanador. De la misma manera si creciste en una familia y/o comunidad que no confía en la “medicina occidental”, muy seguramente te harán daño dichos tratamientos, pues se te ha condicionado a que los consideres “nocebos”, estímulos dañinos. Pero de nuevo, recuerden, esa mejoría o daño puede ser tan sólo percibido, y lo es en la mayoría de los casos, pero hay casos en que efectivamente es una mejoría o daño real. Históricamente esto ha sido usado mucho, la historia de los placebos es larga y extensa, tan extensa como la misma historia del hombre. Muchas de las “medicinas tradicionales” que muchos ahora defienden a capa y espada “funcionaban” gracias al efecto placebo, la gente creía que cierta plantica les iba a curar cierta cosa y efectivamente se las curaba, pero esto era impredecible, no era causado por la planta en sí (es tan sólo un ejemplo) sino por la expectativa que tenían que causaba que se disparará el efecto placebo.

Y esa es la gran duda que aún tenemos ¿Por qué nuestros cuerpos si tienen esa capacidad no la realizan y ya? ¿Por qué necesitan de un estimulo externo para realizar esto? La explicación psicológica y evolutiva de esto es clara, pero la razón fisiológica y biológica aún no es muy clara. 

Así mismo si dejas de “creer” en que ese estímulo tiene el poder que crees que tiene, el efecto placebo o nocebo desaparecerá, y la mejoría o daño, ya sea real o percibido, que te causaba dicho estímulo ya no funcionará nunca, nunca, nunca más, pues no era causado por el estímulo en sí, sino por el efecto placebo causado por la expectativa que tenías sobre él. Esta es una de las razones por las cuales los defensores de pseudociencias y espiritismos y todo otro tipo de supersticiones miran con muy malos ojos a cualquier persona que hable mal de ellos, pues es posible que les rompan la burbuja y sus placebos les dejen de funcionar. 

Y con todo esto otra gran pregunta surge, esta vez una pregunta “ética” que los escépticos debemos hacernos, y es: si sabemos que el efecto placebo es real ¿Por qué nos esforzamos en “romperle la burbuja” a muchas personas? Si les funciona, pues dejarlo en paz y ya. 

Esta es una pregunta que cada quien se tiene que responder, pero creo que la respuesta ya es muy clara después de todo lo visto: porque es muy difícil saber si la mejoría es real o tan sólo percibida, y de ser tan sólo percibida a la larga hará mucho más daño que bien. Y es por eso que es importante seguir desenmascarando a los tratamientos ficticios que tan sólo funcionan gracias al efecto placebo, para que las personas busquen en verdad tratamientos que sí funcionen. Pero aún sí sabemos que para X persona o grupo de personas cierto placebo tiene un efecto real, una mejoría real y objetiva, pues se dan casos, muchos casos, no lo olviden, un placebo puede causar una mejoría muy real y muy objetiva; aún en dichos casos en que los placebos funcionan realmente la objeción surge de una pregunta y es ¿Qué es un placebo? Y la respuesta a esa pregunta es otra pregunta ¡¿Qué no puede ser un placebo?! Cualquier cosa puede ser un placebo. Alguien puede curarse de sus dolores de cabeza besando el suelo, alguien se puede curar de la diarrea tomando sangre de serpiente, alguien se puede curar de su depresión viendo bailar a un shaman desnudo, alguien puede curarse de sus alergias por medio de la homeopatía, alguien puede curarse de sus dolores de espalda por magneto-terapia, etc, etc, etc, etc, ad infinitum. Y el placebo que sirve para Pepe no servirá para Papo. Y ESA ES LA MAYOR OBJECIÓN contra los tratamientos que sólo funcionan porque son placebos, porque aún si Pepe efectivamente se mejoró real y completamente de sus alergias, por decir algo, gracias a la homeopatía, por decir algo también, no significa que ese mismo efecto se vaya a ver en las alergias de Papo. 

Esa es la definición de un placebo: es impredecible y subjetivo. No sabemos cuando la mejoría que causa es real o sólo percibida, y peor aún no sabemos que lo que funciona para X vaya a funcionar para Y. Y lo sentimos mucho con nuestros amigos pseudocientíficos, espiritistas, fans de la brujería, etc, etc, pero esa no es la manera de tratar a las personas, menos cuando se trata de su salud. No podemos llegar y decirle a alguien “Bueno, tómate esto y ojalá se te active el efecto placebo, a mí me funcionó.” Eso no, simplemente no. No podemos dejar la salud de las personas al azar, simplemente no. Puede que a ti te haya funcionado, pero simplemente no nos podemos confiar en que a alguien más le vaya a funcionar. Necesitamos saber que va a funcionar, no creer y confiar en el “bueno, a mí me funciono.” Y es por eso que las pruebas clínicas de medicamentos y tratamientos siempre, siempre se hacen comparándolos contra placebos, pues tienen que funcionar mucho mejor y muchas más veces que un placebo, por más fuerte y poderoso que un placebo pueda ser ».



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