« Es exacto y verdadero que la separación de lo espiritual y lo carnal en un hombre es signo de su virilidad, y la separación entre lo espiritual y lo carnal en una mujer es signo de su prostitución. Y bastaría con que todas las mujeres, juntas, se virilizaran para que el mundo, el mundo entero, se transformara en un burdel.
Para un hombre enamorado, todas las mujeres no son mas que mujeres, excepto aquella que ama - ésta es para él un ser humano -. Para una mujer enamorada, todos los hombres son sólo seres humanos, con excepción del que ama; para ella, este es un hombre.
Esta es la triste verdad que se impone más y más.
Y por último, la certidumbre (experimentada tantas veces ya, y cada vez a su manera) de que los encantos de un cuerpo de mujer que inflaman los sentidos son como olores de cocina - excitantes cuando se tiene hambre, repugnantes cuando se está saciado »
M.Agueiev