“(a) He encontrado una nueva forma de felicidad que está también en el equilibrio del funambulista [en el propio equilibrio], en el instante en que suspende la visión el parpadeo, en el pájaro que aletea para permanecer quieto, o en el punto en que se cruzan dos cartas con mensajes probablemente contrarios [pero hay que continuar, te dije, hay que continuar], en el punto en el que la levedad iguala al peso: cuando no siento ni hastío ni hambre y es como si desapareciese el cuerpo. (b) A veces llegué a pensar que en algún futuro [las fotos son recién nacidos que no crecen] seríamos como Leonard Cohen y Susan en esa foto que tanto mirábamos de Leonard Cohen y Susan: incorruptibles, unicelulares, glamour químicamente puro, envidiados, elegantes: un nuevo estado [6º] de la materia. (a∩b) No sé cuál de los dos estados es metáfora del otro, si la metáfora se inventó para dar vida a todo lo mal muerto y una vez resucitado aniquilarlo para siempre. En esa emboscada se resume todo este ADN postpoético”.
Agustín Fernández Mallo
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