“Vivimos en una época donde la mayoría no quiere casarse, quieren que los casados se divorcien.
Encontrar el "amor de tu vida" cada tres meses es admirable, cumplir las bodas de plata es considerado la estupidez más grande de tu vida.
Una madre presta más atención a su celular que al crecimiento social y educativo de su hijo.
Quieren que los heterosexuales tengan relaciones sin compromiso, pero que los gays se casen en la iglesia.
Que las mujeres se vistan como hombres y asuman papeles masculinos, y que los hombres se conviertan en “frágiles como mujeres”.
Un niño con sólo cinco o seis años de vida tiene derecho a decidir si vive con su padre o madre, o con quien decida el juez familiar por el resto de su vida, pero un menor de dieciocho años no puede responder por sus crímenes.
No hay plazas para los pacientes, pero hay incentivos y patrocinio para quienes quieren hacer cambio de sexo.
Hay un acompañamiento psicológico para corregir a los hijos, cuando la disciplina familiar es perseguida por la ley, para preservar los valores familiares.
Estar a favor de la familia y la fe en Dios, es dictadura, pero cagarse en la puerta de una capilla o quemar Biblias es libertad de expresión.
Ser delincuente es un privilegio para las actuales leyes, mientras un ciudadano que protege su vida y sus bienes es castigado por la “justicia”.
Trabajar honradamente es sinónimo de estupidez y debilidad, mientras robar impunemente como representante de los ciudadanos es aplaudido y ovacionado; se piden baños mixtos, donde pueden suceder todo tipo de abusos sexuales.
Si no es el fin de los tiempos, debe ser un ensayo”.
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