"Estuve mirando el primer episodio de la tercera temporada de After Life, ahí me encontré con una escena maravillosa; hay dos tipos que llegan a la conclusión de que son unos perdedores y deciden acabar con eso, buscan triunfar de alguna manera. Tras varias situaciones, la madre de uno de ellos le dice “no hay nada de malo en ser un perdedor, aún te sigo amando…”
Justamente, esa frase representa con precisión al complejo de Edipo, una manera de contrarrestar la angustia de sentirse un perdedor, conformarse con esa afirmación de quien se asegura omnipotente “mientras yo te ame no hay ningún problema”. Por eso, el fenómeno edípico es una mala interpretación que influye en el ánimo y en el comportamiento, pensar que ese amor (qué no lo es, es apego) es incondicional y sólo constituye un intento de una reparación de una herida narcisista, tanto de padres e hijos. Sin embargo; no vemos que los padres se agotan de nosotros, muchos reniegan del tiempo y el dinero invertido, de nuestro comportamiento, no vemos eso, sólo miramos el lado que nos ofrecen, el del padre paciente, amoroso e incondicional: “no importa que seas un perdedor, yo te sigo amando…”, de ahí, nos aferramos a ser amados como básicamente nunca nadie nos ha amado ni nos amará, es sólo una ilusión. El amor como tal tiene que ver con conflicto, angustia, separación y deseo, con esas ganas de no ser un perdedor, por eso a los padres más severos en sus criticas con los hijos, a pesar de su antagonismo, se les ama".
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