« No importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan.
Pasar los límites de lo razonable (v.g. respeto, maltrato, infidelidad, desamor) no implica que el afecto tenga que disminuir necesariamente, sino que a partir de ese punto, el amor por sí solo no justifica ni valida el vínculo afectivo debido a los costos psicológicos, morales, físicos y/o sociales.
Es cierto que a veces no tenemos el poder de des enamorarnos a voluntad, pero sí podemos dejar de magnificar el amor y alejarnos de una relación afectiva destructiva, así sea con esfuerzo y dolor Auto-control, sufrimiento útil, lucidez de una mente pragmática. Dejar el alcohol gustándome el alcohol; dejar la droga, gustándome la droga. Y en una relación afectiva malsana y destructiva, decir: “Te amo, pero te dejo".
¿Por qué seguimos en una relación insana, a sabiendas de que no nos aman?
Esperar a que te quieran puede ser una de las experiencias más humillantes y tristes: "Ya no me abraza, ya no se preocupa por mí" o "Nunca me he sentido realmente amada o amado". ¿Qué esperas, entonces? Mendigar amor es la peor de las indigencias, porque lo que está en juego es tu persona, y si el otro u otra, que está por "encima", acepta dar limosnas, no te merece.
¿Quién tiene el poder en una relación?
No es el más fuerte, ni el que tiene más dinero, es el que necesita menos al otro. Si tu pareja puede prescindir de ti mucho más fácil de lo que tú puedes prescindir de él o ella, hay que equilibrar la cuestión. Una persona honesta jamás estaría con alguien a quien no ama para aprovecharse de ciertos beneficios, llámese comodidad, dinero, compañía, etcétera.
El límite de lo negociable es la dignidad personal, es decir, la opción de ser valorado, honrado y respetado. La dignidad tiene que ver con la autonomía y la autodeterminación. Sentirse digno es aceptar que uno es merecedor de respeto. La dignidad es lo que se resiste a la humillación, a la auto-condena y a la condena injusta. Es el valor de lo que no tiene precio: ¿Cuánto vales?
¿Cómo saber cuándo alguien afecta tu dignidad?
Suele ser evidente para quien se auto observa. Lo que sientes es ira, pero no la rabia del animal cuando le quitan el alimento o lo atacan, sino indignación, la cual puede definirse como cólera ante la injusticia. Cuando la indignación tiene lugar, sentimos que se ha violado lo entrañable y que los intereses más íntimos y radicales han sido maltratados.
Un buen comienzo para ello es aceptar que tu pareja no es más que tú, ni más valiosa.
Si la convivencia con una la persona que amas termina convirtiéndose en un esfuerzo cotidiano por explicar y justificar todo lo que piensas, sientes o quieres, así no haya patadas y gritos, la relación ya va cuesta abajo.
¿Y si lo extraño? Vas a romper tu relación porque no te conviene, no porque lo dejaste de querer. Duele, pero no mata. Al cabo de un tiempo, el corazón se estabiliza. Hasta las relaciones afectivas más terribles tienen "algo" bueno, así que es normal extrañar alguna cosa de la relación. Sin embargo, es más importante el inventario costo/beneficio que los hechos puntuales agradables.
Como dije antes, las cosas buenas no tapian las malas »
Walter Riso
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