« Al levantarse el telón está Yerma dormida con un tabanque de costura a los pies. La escena tiene una extraña luz de sueño. Un Pastor sale de puntillas, mirando fijamente a Yerma. Lleva de la mano a un niño vestido de blanco. Suena el reloj. Cuando sale el pastor, la luz azul se cambia por una alegre luz de mañana de primavera. Yerma se despierta.
CANTO
Voz (dentro)
A la nana, nana, nana,
a la nanita le haremos
una chocita en el campo
y en ella nos meteremos.
YERMA.Juan. ¿Me oyes? Juan.
JUAN Voy.
YERMA- Ya es la hora.
JUAN- ¿Pasaron las yuntas?
YERMA- Ya pasaron todas.
JUAN- Hasta luego. (Va a salir.)
YERMA- ¿No tomas un vaso con leche?
JUAN- ¿Para qué?
YERMA- Trabajas mucho y no tienes tú cuerpo para resistir los trabajos.
JUAN- Cuando los hombres se quedan enjutos se ponen fuertes, como el acero.
YERMA- Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera en ella el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras, y que te subieras al tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda. Veinticuatro meses llevamos casados y tú cada vez más triste, más enjuto, como si crecieras al revés.
JUAN- ¿Has acabado?
YERMA- (Levantándose.) No lo tomes a mal. Si yo estuviera enferma me gustaría que tú me cuidases. «Mi mujer está enferma: voy a matar este cordero para hacerle un buen guiso de carne. Mi mujer está enferma: voy a guardar esta enjundia de gallina para aliviar su pecho; voy a llevarle esta piel de oveja para guardar sus pies de la nieve.» Así soy yo. Por eso te cuido.
JUAN- Y yo te lo agradezco.
YERMA- Pero no te dejas cuidar.
JUAN- Es que no tengo nada. Todas esas cosas son suposiciones tuyas. Trabajo mucho. Cada año seré más viejo.
YERMA- Cada año... Tú y yo seguiremos aquí cada año ».
Federico García Lorca
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