« Cuando naciste, tu madre me dijo algo que nunca entendí. Me dijo: Ahora estamos aquí para ser los recuerdos de nuestros hijos. Creo que ahora entiendo lo que quería decir. Cuando eres padre, eres el fantasma del futuro de tus hijos »
martes, octubre 26
miércoles, octubre 20
martes, octubre 19
Hugh
« Hacía mucho tiempo nació una persona de la realeza; su nombre era Hugh, y - aunque me referiré a Hugh en masculino - nadie sabía si era hombre o mujer y en realidad tampoco importaba. Hugh era diferente a cualquier ser humano que vivió antes o que habría de vivir después. Hugh era una persona irrepetible, incomparable y preciosa, un diamante en bruto.
Durante sus primeros quince días de vida, Hugh sólo se conoció a sí mismo a través de los reflejos que veía en los ojos de quienes lo cuidaban. Hugh era terriblemente desafortunado, pues sus celadores, aunque no eran ciegos, tenían gruesos anteojos frente a sus ojos. Dichos anteojos tenían impresa una imagen, y por eso, las personas que cuidaban de Hugh solamente lo veían de acuerdo con la imagen que aparecía en los lentes.
Así, aunque las personas que cuidaban de Hugh estuvieron físicamente presentes, ninguna de ellas lo vio realmente. Cuando Hugh hubo crecido, se convirtió en una especie de mosaico creado a partir de las imágenes que las otras personas tenían de él; ninguna de esas imágenes reflejaba al verdadero Hugh, pues como nadie lo había visto realmente, tampoco nadie podía reflejarle su verdadera imagen. En consecuencia, al no saber quién era realmente, Hugh creyó ser esa amalgama de imágenes.
A veces, cuando estaba solo en la oscuridad de la noche, Hugh intuía que algo de profunda importancia le hacía falta; entonces lo carcomía un sentimiento de vacuidad, un hondo vacío.
Hugh trató de llenar ese sentimiento de vacío con muchas cosas: poder, fama mundana, dinero, posesiones, estados alterados causados por substancias químicas, comida, sexo, excitación, entretenimiento, relaciones humanas, hijos, trabajo e incluso ejercicio. Sin importar qué hiciera, el sentimiento de vacío seguía carcomiéndolo y no lo abandonaba.
En el silencio de la noche, cuando ya no había algo que lo distrajera, escuchaba una voz tranquila y muy queda que le decía: "No olvides, ¡Por favor, no me olvides!" Pero ¡Qué pena!, Hugh olvidó y murió sin saber jamás quién era ».
sábado, octubre 2
Job 11:15-17
15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,
y serás fuerte, y nada temerás;
16 Y olvidarás tu miseria,
o te acordarás de ella como de aguas que pasaron.
17 La vida te será más clara que el mediodía;
aunque oscureciere, será como la mañana.