miércoles, julio 29

¿Eres una Mujer Alfa?


 Algunas mujeres se han ganado una reputación que atemoriza y aleja a algunos hombres y despierta la envidia de algunas mujeres. ¿Qué es ser una mujer Alfa? ¿Están condenadas al éxito en soledad? 

¿De dónde viene este término? ¿Es serio?

En etología se define como Alfa al individuo que, en una comunidad conformada por animales sociales, tiene el más alto rango.
• El cambio en los roles sociales que la mujer ha tenido en las últimas décadas ha llevado, por extensión, a crear el término “Mujer Alfa”.
• Cada vez más mujeres tienen más grados académicos, mejores empleos y toman papeles de liderazgo social y empresarial.
• El Dr. Dan Kindlon, psicólogo clínico, profesor e investigador del departamento de psiquiatría de “The Harvard Medical School” en su libro “The Alpha Girls” usa por primera vez este término en el año 2006.


¿Cómo podemos definir a una “Mujer Alfa”?

• La definición del Dr. Kindlon sigue siendo una de las más aceptadas en círculos académicos y de investigación:
“Se trata de una mujer talentosa, altamente motivada, que confía en sí misma y que no se encuentra limitada por su sexo; primero se define como persona y luego como mujer”.
• “Temas como los roles de género, dependencia/independencia, dominancia y subordinación son irrelevantes para su manera de ver el mundo”, asegura este investigador.
• Pero el mismo Dr. Kindlon afirma que no todas las mujeres son alfa; especialmente aquellas que carecen de autoconfianza, que son ansiosas, depresivas, anoréxicas o bulímicas.


¿Cómo se define la mujer Alfa a sí misma?

Un estudio realizado por la Dra. Rose Marie Ward y publicado en el Journal of Leadership & Organizational Studies en el 2010, incluye entrevistas directas con mujeres que entran en la categoría de Alfas. Además de identificarse positivamente con la definición del Dr. Kindlon, se describen a sí mismas como:

Líderes

• Es resuelta; si tiene un plan, lo hace realidad.
• Le gusta hacerse cargo y se ofrecen para nuevos retos.
• Si no se les presentan retos, crean los propios.

Con un sentimiento de superioridad o dominancia sobre otras mujeres

No le gusta alegar sin sentido ni propósito; su objetivo es avanzar. No gusta de los chismes, a menos que éstos le otorguen alguna ventaja.
Se ve a sí misma como una mujer pero mejorada.

Son buscadas por otros para pedir su apoyo y guía

• Y también saben delegar con quien puede resolver los problemas.
• Odia arrastrar a sus subordinados, necesita que resuelvan para ella.

Se sienten extrovertidas en situaciones sociales

• Sabe usar su carisma y persuasión a voluntad.
• Creen en la equidad entre hombres y mujeres.

Se sienten motivadas por sí mismas

• No desprecian los halagos y el reconocimiento, pero no dependen de ellos para salir adelante.
• Aunque esto puede ser una desventaja, al no ser tan buenas para percibir cuando se tienen percepciones negativas acerca de ellas.

Los expertos afirman que atrás ha quedado el tiempo donde las mujeres que buscaban ser Alfa, se vestían con trajes sastre de grandes hombreras que imitaban a los trajes masculinos.

¿Entonces las mujeres Beta son inferiores ante una Alfa?

Empecemos por definir a una mujer Beta, tal como lo hace la Dra. Sonya Rhodes en su libro “The Alpha Woman meets her Match”:

Tiene menos necesidad de control.
• Están menos interesadas en el liderazgo que una Alfa.
• Tiende más a escuchar que a expresar sus opiniones.
Apoya más a otros.
• Es evidente su pasividad frente a una Alfa.

La Dra. Rhodes afirma que no tiene nada de malo ser beta; de hecho, asegura, toda Beta tiene un poco de Alfa a veces y viceversa.

• La mujer Alfa no desea pasar en encima de la Beta, sólo que no tiene tiempo a esperar que tome una decisión o exprese su punto de vista y entonces toma acciones.

Ésta especialista dice que más importante que ser Alfa o Beta, es el grado de cada una que tienes en tu personalidad:

Por ejemplo, existe la versión “fuerte” de la Beta que es una mujer que puede tener un trabajo de tiempo completo en un puesto medio, tener pareja, hijos, llevar las finanzas de la casa, pero que su temperamento le hace evitar las confrontaciones y la hacen parecer ante el conflicto un tanto sumisa, aunque no lo sea, sino que así lo prefiere.
• Existen Alfas conciliadoras, Betas dominantes o Alfas extremas.
• Sin embargo, en muchos contextos sociales las Beta miran al Alfa, desde una perspectiva negativa, como engreída, presumida, poco empática y sospechan de la manera en que consiguió su éxito.
• Desde la perspectiva más positiva, la mujer Beta considera a la Alfa como un ejemplo a seguir y/o admira sus cualidades.


¿Qué hace que una mujer se convierta en Alfa?

• No es el nivel de ingresos, la posición social o los modelos de rol a que esta mujer fue expuesta cuando niña.
• Los investigadores concluyen, de manera preliminar, que es el apoyo familiar, especialmente del padre, cuando conviven, lo que forma su carácter y personalidad.


¿En qué se distingue una mujer alfa de un hombre alfa?

• La Dra. Ward señala que estudios realizados con hombres alfa resaltan sus cualidades de ser:
• Dominantes, seguros de sí mismos y socialmente agresivos.
• En contrapartida, la mujer alfa tiene como principales cualidades:
• Liderazgo y extroversión.


¿Es verdad que las mujeres Alfa se quedan solas y hasta sin pareja?

• La Dra. Rhodes afirma que el error de muchas mujeres Alfa es creer que deben emparejarse con un hombre Alfa.
• Si bien no es imposible, y por supuesto que hay excepciones, dos Alfas tienden a competir entre sí por el poder y la dominancia.
• Esta relación entre dos Alfas puede ser emocionante, pero no suele ser satisfactoria para ninguno.

Para una mujer Alfa, es mejor un hombre Beta.

Es un error pensar que el hombre Alfa es fuerte y el beta débil.
• Eso quedó en los años 80’s, hoy el hombre Beta es:
Empático, cariñoso, confiable, relajado, sensible y su ego no depende de sus logros, aunque definitivamente los tiene, tanto en lo laboral como en lo sentimental.
• No suele tener complejos al expresar sus sentimientos o dedicarse un fin de semana a estar con sus hijos si su pareja tiene que trabajar.
• Aún así, hoy en día en nuestra sociedad muchos hombres se sienten minimizados u ofendidos si los defines como Beta.
• De hecho la Dra. Rhodes dice que de los que hay que cuidarse, y evitar, son los hombres Omega, que pueden tener unos 30 años o más, aún viven con su madre, carecen de trabajo estable, ambiciones personales, tiene fobia al compromiso y se pasan la vida fumando, escuchando música, jugando videojuegos o saliendo con sus amigos (cuando su mamá le da permiso, claro).


La pareja Mujer AlfaHombre Beta

A la mujer Alfa le gusta liderar, al hombre Beta no tiene problema con seguir.
• El hombre Beta sabe cómo y cuándo ceder el poder a una mujer Alfa sin ver dañada su masculinidad ni a la relación.
Para un hombre Alfa ceder el poder puede ser una catástrofe.
• La Mujer Alfa puede tener un puesto de mayor rango que el hombre Beta y ninguno tiene problema con ello. Ambos son exitosos y felices en lo que hacen y ninguno carga o presiona al otro de ninguna manera. Nadie abusa de nadie y el respeto y la equidad son su eje fundamental.

• Esto pese a la presión social que otros, incluso su familia, pueda ejercer, pues esta diada aún es contra cultural en nuestros tiempos »


Mario Guerra
Tanatólogo y Terapéuta

miércoles, julio 22

Chuchita la bolseada

« Don't tell me Chuchita was mugged »



¿Relaciones “de pareja” o relaciones significativas?


¿Por qué los matrimonios ya no duran? ¿Qué estamos haciendo mal?

« 1 ¿Por qué nos tenemos que preguntar eso?

• Porque la Institución de la Pareja está en crisis (menos formalizada y más de divorcios).
• Al 2012 se registraron 585 mil 434 matrimonios, en 2011 fueron 570 mil 954 y en 2010 fueron 568 mil 632.
• En los últimos años, el número de divorcios en México se incrementó considerablemente.
• Al 2012 se registraron 99 mil 509 divorcios, en 2011 fueron 91 mil 285, y 2010 86 mil 042.

En México ha ido en aumento el número de divorcios por cada 100 matrimonios. 


• En 1980 por cada 100 matrimonios había 4 divorcios.
• en 1990 y 2000 esta cifra se elevó a poco más de 7 divorcios.
• para 2005 el número de divorcios por cada 100 matrimonios fue de casi 12.
• En 2012 fue de 17 divorcios por cada 100 matrimonios.


2. Indispensable empezar por preguntarnos:

¿Qué espero?
Para descubrir mis Creencias:

• Necesito un hombre/mujer para que me cuide.
• Si no tengo Pareja estoy “solo/a”.
• Es triste estar “solo/a”.


¿Qué ofrezco?
Para descubrir mis Máscaras:

• Soy independiente- acabo siendo súper demandante.
• Súper hogareño/a- me muero si no salgo con cuates 2 veces por semana.
• Soy Profesionista-  pido que tomen muchas de mis decisiones.
• Me gusta conocer gente nueva- aquí sólo entra mi familia.


¿Qué necesito?
Para descubrir cuál de mis relaciones significativas es la mejor:

• Yo.
• Otra persona.


3. Involucrar al otro en la definición del Contrato

Identificar mis puntos de “no retorno”

• Dejar mi Profesión.
• No tener hijos.
• Etc..

Identificar el tipo de contrato que quiero:

• Proveedor – Administrador.
• Los 2 hacemos de todo.
• Patriarca- Sumisa (o al revés).
• Etc…»


Ana Estrada




jueves, julio 9

¿Por qué Sor Juana es la Décima Musa?

« Las musas fueron deidades de la mitología griega, que inspiraban las ciencias o las artes. Eran nueve y vivían en el Parnaso junto al dios Apolo.

El Siglo de Oro de las letras y las artes hispanas dejó muchos nombres masculinos de grandes escritores, pintores, artistas en general pero, como siempre, pocos nombres de mujeres. Sor Juana Inés de la Cruz no fue sólo uno de esos pocos nombres escogidos; además de ser una de las mujeres escritoras más importantes del siglo XVII fue una defensora del derecho de las mujeres a acceder a la intelectualidad.

Sor Juana aprendió a leer a los tres años con la ayuda secreta de su hermana mayor. A los cinco ya sabía leer. Era una mujer exigente: no no dudaba en cortarse un mechón de pelo como auto castigo cada vez que no conseguía aprender todo aquello que ella consideraba necesario. Para Juana, la cabeza antes debía llenarse de ideas más que de “hermosuras”.

A lo largo de 20 años Sor Juana Inés de la Cruz escribió poesías, ensayos, novelas y comedias, y fue considerada una de las mujeres más destacadas de su tiempo ya que se sabe, contaba con más de 4 mil volúmenes en su biblioteca, la que a su vez se consideró la más rica de América Latina en ese tiempo.

Los críticos le dieron el sobrenombre de “La décima musa” por ser la mujer más destacada de su época y por la calidad de sus obras.

Es la décima musa porque antes de ella hubo otras nueve: nacidas cuando Zeus se unió a Mnemosine nueve noches consecutivas.

Estas jóvenes musas a las que se les reconoce, como sumamente bellas y son:
Calíope: musa de la poesía épica.
Clío: musa de la historia.
Erato: musa de la poesía lírica.
Euterpe: musa de la música, especialmente la de la flauta.
Melpómene: musa de la tragedia.
Polimnia: musa de los cantos (himnos).
Talía: musa de la comedia.
Terpsícore: musa de la danza y poesía coral.
Urania: musa de la astronomía y poesía didáctica.

Ellas son Nueve, y bajo la grandeza y excelencia de Sor Juana se le Nombra como la Décima Musa ».




Morbo lector


TGP


miércoles, julio 8

El triángulo dramático en la pareja


Todos jugamos roles en nuestra relaciones y familias. Algunos son funcionales, cuando encuentran el bien general, no exigen sacrificios y nos retribuyen satisfacción. Persecutor, víctima o rescatador: ¿Cuál eres tú?

« Hay otros, sin embargo, que se muestran viciados, tóxicos y que nos atrapan en una espiral autodestructiva. Tal es el caso del llamado Triángulo Dramático de Karpman.

¿Qué es?

• Es un modelo psicológico y social, creado por el Dr. Stephen Karpman, basado en el análisis transaccional (la manera en que las personas se relacionan) para describir un juego de tres roles que se da en una relación entre dos o más personas.

¿En qué consisten esos roles?

Persecutor

• Culpa a las víctimas y critica a los rescatadores.
• Muy buenos para poner el dedo en la llaga y señalar errores de los demás.
• Usan la amenaza, el autoritarismo y la rigidez como medio de comunicación. Pueden adoptar una postura de autoridad, a veces hacen bullying y otras te dicen que “todo es por tu bien”.
• Una persona sana les pondrá límites claros defendiendo su dignidad. Una persona de baja autoestima se victimizará y esto es un llamado para que el rescatador aparezca en escena.

¿Qué dice un persecutor?

“La gente no es de fiar y me lastima, entonces hay que lastimarlos antes que ellos lo hagan conmigo”.
“Tú te lo buscaste, así que te di tu merecido”.

Víctima

• Se muestran desvalidos y sin esperanza.
• Rehúsan tomar responsabilidad por lo que pasa en su vida.
• Esto termina por hartar a la gente y si no se alejan, se convierten en sus persecutores.
“Tienes que salir adelante, no es posible que te pases la vida siendo un imbécil”.
• No reconocen que tienen el poder de hacer que las cosas cambien.
• Son hipersensibles, quieren que los traten con pinzas y fingen impotencia o incompetencia.
• Esto es un “imán” para los rescatadores, que ven la oportunidad de salvar a un desvalido.
• Al final, se muestran resentidos con su rescatador porque sienten que les tienen lástima y que se muestran superiores que ellos.

¿Qué dice una víctima?

“El mundo es malo conmigo porque a pesar de que soy una persona que no le hago mal a nadie, el mundo y los demás son injustos”.
“Tú eres la única persona que puede ayudarme”.

Rescatador

• Hace cosas por los demás que son perfectamente capaces de hacer por sí mismos.
“…Rescatamos cada vez que nos hacemos cargo de las responsabilidades de otro ser humano, de los pensamientos, los sentimientos, las decisiones, la conducta, el crecimiento, el bienestar, los problemas o el destino de otra persona”. Melody Beattie – escritora.
• Pueden parecer sacrificados, hasta de sus propias necesidades.
• Aunque parece que ayudan, en realidad suelen estar enojados y desprecian a la víctima. Sus motivos no son nobles; al ayudar se colocan en una posición de poder.
• Cuando la víctima no reconoce lo que “hace por ella”, o deja de ser víctima, le reprochará diciendo: “malagradecido, después que yo hago tanto por ti”, convirtiéndose en persecutor.
• Es como el síndrome de Quirón (el sanador herido).
• Si rescato a las personas, algún día alguien me rescatará a mí.
Una persona sanada se aleja de ellos, porque no quiere que nadie se haga cargo de su vida. Una víctima encuentra por fin “alguien que le comprende”.

¿Qué dice el rescatador?

“Mis necesidades no son importantes para los demás, entonces yo tengo que ser importante para otros”.
“Voy a hacer que me necesites; seré tan comprensivo, empático y complaciente que no podrás vivir sin mí”.
Cuando rescatador o víctima se enojan, se vuelven persecutores.
• Cuando persecutores o rescatadores se ven atrapados en sus roles se convierten en víctimas, por eso a este triángulo a veces se le llama “las tres caras de una víctima”.

¿Es decir que cada uno tiene un rol diferente?

• Aunque tenemos un rol inicial o preferido con el que nos identificamos más, cada uno representa los tres roles en determinado momento, incluso en cuestión de minutos o segundos. Son interdependientes y complementarios, por eso es un juego de roles. Si nadie juega contigo, el juego se termina.

¿Cómo empezamos a adquirir estos roles?

• En la infancia con nuestras familias de origen, ya sea de forma directa u observada en los otros.
Si te sobre protegieron, empezarás la vida como víctima.
Si no pudieron satisfacer tus necesidades como lo necesitabas, te resientes y empiezas como persecutor.
Si te hicieron sentir ignorado, abandonado o no importante, de adulto haces lo mismo contigo y empezarás como rescatador; eres el clásico "codependiente”.

¿Qué hacer?

• Tienes que darte cuenta de los roles que en este juego juegas.
• Deja de jugar el rol. De entrada el otro querrá forzarte a desempeñar “tu papel” y serás “el malo del cuento”, pero no hay una forma de salir de este juego sino pareciéndolo.
El persecutor se volverá víctima para que lo rescates o te dirá desconsiderado si eras el rescatador.
El rescatador se volverá tu persecutor si eras la víctima o buscará victimizarse si eras el persecutor.
La víctima te reprochará tu abandono si eras el rescatador o se convertirá en persecutor si tú lo eras.
• Tienes que convertirte en un adulto que se haga cargo de su propia vida, que no tenga necesidad de controlar la de los demás, ni despertar la lástima de nadie para ser amado.
Persecutor: La víctima no es culpable de tu enojo y tu resentimiento, busca ayuda para ti mismo.
Víctima: Hazte cargo de tu propia vida; mostrarte débil y necesitado, cuando en realidad no lo eres, sólo te traerá el desprecio y manipulación de los demás.
Rescatador: Ayuda sólo al que te lo pida y que realmente lo necesite.
• Ofrece respuestas cortas que no ofrezcan ni aceptación ni resistencia a lo que el otro dice y que no den pie a perpetuar la discusión.
• Me tienes harto con tus quejas.
• Entiendo que no te guste escuchar quejas.
• Yo siempre tengo que hacerlo todo, tú no sabes qué es estar todo el día cuidando a los niños.
Comprendo que debe ser muy cansado »


Mario Guerra
Terapeuta y tanatólogo


martes, julio 7

16 preguntas que podrían revivir tu relación

« • Cuando conocemos a alguien que nos atrae, ponemos en juego todo nuestro abanico de técnicas de seducción, así como el catálogo de cualidades en exposición, orientado el comportamiento a un objetivo: la conquista. Tras conseguirlo comienza la relación de pareja.

• Durante la primera fase solemos cuidar cada detalle, mantenemos frescos los recuerdos de cada vivencia en conjunto, tenemos frescos aquellas características que nos atrajeron en primer lugar a la otra persona, y nos ocupamos de descubrir una por una nuevas facetas que nos maravillen e ilusionen.

• Cuando la primera fase es llevada de esta forma, la relación se NUTRE, fortaleciendo la primera atracción hasta convertirla en un sentimiento profundo y sólido, con base en el esfuerzo e interés por y en torno a nuestra pareja; dicho sentimiento, al ser nutrido, se convierte en AMOR, potenciando al relación y aumentando el deseo de compartir tiempo, vivencias, ideas y emociones con la pareja.

¿Qué pasa con el tiempo? ¿Por qué a veces sentimos que el amor muere?

• La nutrición de la emoción no puede detenerse; tendemos a “sentarnos cómodamente” sin notar que esa comodidad, puede crear vacío, distancia, aburrimiento y frustración.

• A veces, cuando ponemos atención a estos sentimientos pensamos que es demasiado tarde, que el amor a muerto, o la relación se ha enfriado y es irrecuperable pero… ¿En verdad ha muerto? ¿Las emociones ya no existen? ¿O simplemente hace falta trabajar un poco sobre el presente y el pasado para volver a nutrir el sentimiento y verle renacer con fuerza?

• Las relaciones, como la historia, tienen sus altos y bajos. Cualquier relación –de vida en pareja– que se extienda por más de cinco años sabrá que los cambios naturales y hormonales en cada uno, así como el ambiente a nuestro alrededor, terminan afectándola, de una u otra forma.

• Si es la primera vez que atraviesas por ese bache que te hace pensar que tu relación se ha enfriado, el amor ha muerto; o bien, aunque ya has librado muchos obstáculos sientes que esta vez es diferente y no encuentras la salida, pero tampoco estás seguro de querer terminar, estas son 16 preguntas que pueden ayudarte a tomar la decisión y, quizá, revivir con fuerza tu relación:

1. ¿Cómo se conocieron? Cada pareja tiene su propia historia, normalmente llena de emoción, recuerdos y sonrisas. Recuerda ese momento y ve si aún te emociona como la primera vez.

2. ¿Qué fue lo primero que les atrajo del otro? ¡Muchas veces son cosas que ni siquiera se han dicho el uno al otro! Créeme que más de una vez te sorprenderás con la respuesta de tu pareja.

3. ¿Qué hicieron en su primera cita? La primera cita sembró algo que te animó a seguir adelante con esa persona, a veces solo debes recordar qué fue ese “algo”.

4. ¿Cuándo supieron que esta relación podría ser algo especial? Quizá, fue exactamente el mismo momento o uno totalmente distinto, durante un viaje, accidente, o alguna situación totalmente cotidiana. A veces vale la pena revivir esos momentos.

5. ¿Qué les hizo pensar que la relación podría ser especial? La persona que ahora te acompaña llevó a cabo ese acto, como tú lo hiciste, ¿Realmente han cambiado tanto?

6. ¿Qué piensan sus amigos de la relación? Te recomiendo hacer estas preguntas por separado; una visión objetiva y periférica siempre podrá hacerte ver cosas que, quizá, ahora no has notado.

7. ¿Qué piensan sus familias? Por piedad, háganlo por separado.

8. ¿Han afrontado y superado obstáculos para estar juntos? Seguramente ambos han dado todo de sí en más de una ocasión para dejar de lado los problemas. Esa energía que les ha empujado ¿Sigue allí?

9. Si están casados, ¿Qué les hizo tomar la decisión de comprometerse? ¿Fue un proceso lento y de pláticas? ¿La tomaron juntos o fue una sorpresa inesperada que movió todas tus emociones? No importa, si tú lo pediste o lo pidió tu pareja, aunque pareciera que fue fácil, mirando en retrospectiva notarás que requirió de valor, amor y confianza mutua.

10. ¿Qué les gustaba de su forma de comunicación? La comunicación es uno de los pilares de toda relación.

11. ¿Qué cosas disfrutaban hacer juntos? Salir a pasear, encerrones con películas y palomitas, o disfrutar una cena. A veces los gustos cambian, pero seguro puedes reinventar mil momentos más en su compañía.

12. ¿Cómo hiciste saber a tu pareja que te sentías amad@ y procurad@? La comunicación es en dos vías y… Ninguno de los dos es adivino ni clarividente. Así que piensa cómo transmites lo que necesitas, así como aquello que has disfrutado y te ha hecho sentir amado.

13. ¿Cómo se nutren entre sí? La reinvención es nutrición, todos crecemos y cambiamos; pero podemos cambiar en pareja.

14. ¿Cuáles creíste o sentiste que fueran los puntos fuertes de su relación? ¡Redacta la lista!, Lee en voz alta cada uno de los puntos.

15. ¿Sintieron que algún dolor u herida del pasado comenzó a sanar con ayuda de su relación? Una pareja positiva es apoyo, es fuerza, y es ánimo para continuar creciendo y desarrollándote. ¿Qué curó en ti?

16. ¿En qué momento se sintieron más conectados? ¿Qué hacían? ¿Bajo qué circunstancias? Muchas parejas describen ese momento como “magia” el momento en que se sintieron volar. Vuela con los recuerdos y cuando culmines sabrás si puedes conectar de nuevo »



Lucy Romero
Terapeuta familiar y de pareja

¿Qué será de esto?


viernes, julio 3

Yo no ayudo a mi mujer


« "Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas de casa".

Esto es lo que dice el psicólogo Alberto Soler Sarrió, luego de que en un supermercado mientras iba con sus hijos de 15 meses, escuchara a un par de señoras concluir lo mismo: “hay que ver lo que ayudan ahora los hombres a sus mujeres con los hijos”.


Luego de escucharlas, no pudo más que morderse la lengua y sonreír, llegando a su lugar de trabajo escribió en su web lo que le hubiera gustado decirles.

"Ésta es una de esas situaciones que me encantan para poder provocar un poco y sacar mi lado más feminista. Pero hoy se hacía tarde para comer y me he limitado a sonreír, agradecer y seguir a casa.

¿Que qué le habría dicho a estas señoras? Probablemente, como en otras ocasiones, les habría respondido con un “disculpe señora, pero no, ni ayudo ni pienso ayudar a mi mujer con los hijos”.

Y pasaría a explicarle cuál es mi punto de vista al respecto.

Antes de tener hijos yo nunca he sido de esas parejas o maridos que ayudan a su mujer con las tareas de casa. Pero es que mi mujer tampoco me ha ayudado nunca. Y cuando llegaron los hijos las cosas siguieron más o menos igual: ni le he ayudado con la casa ni ahora con los hijos. Habrá alguno que aún no haya pillado de qué va la cosa y esté pensando maravillas sobre mí y apiadándose de mi mujer (¡pobrecita, menudo le ha tocado!).

No, yo no ayudo a mi mujer con los niños porque no puedo ayudar a alguien con algo que es mi entera responsabilidad.

Los hijos, al igual que las tareas domésticas, no son el patrimonio de nadie: ni pertenecen a la mujer ni pertenecen al hombre. Son responsabilidad de ambos. Por este motivo me llega a ofender cuando, de modo muy bienintencionado (soy consciente) me halagan con “lo mucho que ayudo a mi mujer”. Como si no fueran mis hijos o no fuera mi responsabilidad. Hago, con mucho esfuerzo y mucho gusto ni más ni menos que aquello que me corresponde. Al igual que mi mujer. Y por mucho que me esfuerce nunca podré llegar a hacer tanto y tan bien como hace ella."

Después explica el por qué tenemos esta visión de las responsabilidades, diciendo que:

"Tenemos aún en la mente un modelo de familia patriarcal en el que hay un reparto de tareas muy bien definido: el hombre es el proveedor de recursos, la mujer la gestora del hogar (ahí se incluyen los hijos). Sin embargo la sociedad ha cambiado profundamente en las últimas décadas (afortunadamente) y este reparto de papeles ha pasado en muchos casos a la historia.

La mujer hoy en día, aunque sigue profundamente discriminada socialmente (no hay más que ver la diferencia en salarios u oportunidades de promoción laboral) es el agente de su propio desarrollo, tiene la capacidad de desarrollar una carrera profesional en los mismos ámbitos que un hombre y, si decide dedicarse al cuidado de los hijos es, en la mayoría de los casos, por una elección personal, y no por falta de oportunidades o derechos sociales.

En un momento en el que tenemos esta igualdad de roles entre hombre y mujer, asumir de facto que los hijos son responsabilidad de ellas es un vestigio del pasado. Hoy en día hombre y mujer se reparten (o deberían hacerlo) de modo equilibrado aquellas tareas que les atañen a ambos, como la casa y los hijos. ¿Y qué es “de modo equilibrado”? Ese equilibrio no implica en (casi) ningún caso un reparto 50-50, sino más bien una adaptación flexible entre la disponibilidad de los miembros de la familia y las tareas que se requieren..."

Más adelante señala cuáles son las tareas propias del padre y cuáles las de la madre.

"Bueno, pues más allá de ser la madre (por obvios motivos) la encargada de la teta, el resto de las casi innumerables tareas relacionadas con los hijos no son patrimonio exclusivo de nadie, son total y absolutamente intercambiables entre padre y madre en función de las circunstancias, preferencias (de ellos o de los hijos -hoy quiero que me duerma la mami/el papi-) o habilidades de cada uno.

Un buen reparto de esas tareas es el que es equilibrado, justo, que no genera conflicto y que permite un desarrollo armonioso de la rutina doméstica".

Y por último señala que quisiera que sus hijos crezcan "sin saber si planchar es cosa de hombres o de mujeres. Que no sepan si los baños son cosa de su padre o de su madre. Que no asocien la cocina con el feudo de nadie, ni tampoco la aspiradora, doblar ropa u ordenar los armarios. Que acudan con más o menos igual frecuencia a uno o a otro para dormir, para contar sus confidencias, para jugar o para enfadarse. Que no haya un “jefe” de la casa sino que todos convivimos del modo más feliz posible".

Finalizando con un:

"Así que no, señora, yo no ayudo a mi mujer con los niños. Tampoco con la casa. Estoy con ellos en el supermercado y les paseo porque son mis hijos y me acompañan allá donde voy. Les cambio los pañales, les baño, les llevo al parque o les preparo la comida no por ayudar a mi mujer, sino porque son mis hijos, son mi responsabilidad y quiero que crezcan con un modelo de familia y de reparto de tareas diferente a aquel que Ud. y yo hemos tenido



Alberto Soler Sarrió