viernes, agosto 31

Liberación

« Me libero
de la danza giratoria
de mi mente
y me suspendo
en el Espíritu libre del silencio.
Criatura más allá
del tiempo
y de la muerte
de mi propia eternidad
vislumbro el centro.
Me he escapado
y el pequeño ego está muerto,
soy perpetuo,
solo e inefable.
He salido del universo que cree,
he crecido sin nombre y sin mesura.
Calla mi mente
en la luz infinita
y se deleita en paz
mi solitario corazón.
Mis sentidos sin lazos por el tacto,
los sonidos,
la Visión;
mi cuerpo
es un punto
entre blancos infinitos.
Soy la Gracia pura e inmóvil
en el Uno:
Nadie Soy, Aquél que Todo Es »




Sri Aurobindo

Las notas que duermen en las cuerdas

« El centro de Lima estaba lleno de colegios de mujeres, pero Manolo tenía sus preferencias. Casi todos los días, se paraba en la esquina del mismo colegio, y esperaba la salida de las muchachas como un acusado espera su sentencia. Sentía los latidos de su corazón, y sentía que el pecho se le oprimía, y que las manos se le helaban. Era más una tortura que un placer, pero no podía vivir sin ello. Esperaba esos uniformes azules, esos cuellos blancos y almidonados, donde para él, se concentraba toda la bondad humana. Esos zapatos, casi de hombres, eran, sin embargo, tan pequeños, que lo hacían sentirse muy hombre. Estaba dispuesto a protegerlas a todas, a amarlas a todas, pero no sabía cómo. Esas colegialas que ocultaban sus cabellos bajo un gracioso gorro azul, eran dueñas de su destino. Se moría de frío: ya iba a sonar el timbre. Y cuando sonara, sería como siempre: se quedaría estático, casi paralizado, perdería la voz, las vería aparecer sin poder hacer algo por detener todo eso, y luego, en un supremo esfuerzo, se lanzaría entre ellas, con la mirada fija en la próxima esquina, el cuello tieso, un grito ahogado en la garganta, y una obsesión: alejarse lo suficiente para no ver más, para no sentir más, para descansar, casi para morir.

(...)

Había algo en la atmósfera que lo hacía sentirse nuevamente como en la iglesia. Le parecía que tenía algo que decir. Algo que decirle a alguna persona que no conocía; a muchas personas que no conocía. Escuchaba el estallido de los cohetes, y sentía deseos de salir a caminar. Hacia las tres de la madrugada continuaba su extraño paseo. Hacia las cuatro de la madrugada, un hombre quedó sorprendido, al cruzarse con un muchacho de unos quince años, que caminaba con el rostro bañado en lágrimas ».


Alfredo Bryce Echenique

El error de hacer reír

IV ANTESALA DE LA MUERTE


« El hombre gordo está de mal humor y no habla. Desde que lo trajeron, no habla. Se pasea de un lado a otro por el parque, empujando las ruedas de la silla. Ya no puede volverse cuando alguien lo llama.

-¡Ollie!

Todos en este asilo viven sus últimos días empujando lo que queda de sus cuerpos, Ollie no puede mirar para atrás. Semiparalizado por la hemiplejía, está condenado a enfrentar al mundo. Por eso su silencio.

Hoy ha venido su mujer. Le ha traído un par de mantas y un sombrero hongo. Él ha dejado que Linda lo coloque sobre su cabeza y luego ambos han reído un rato. Después, Ollie ha tirado el sombrero muy lejos y ha quedado de mal humor. Linda, antes de irse, le acarició el rostro.

-Pronto estarás bien- le ha dicho. Pero él siente que ya no es sino una burla de sí mismo, un fantasma lejano y retraído. Ha perdido sesenta kilos, pero su cuerpo le parece cada vez más pesado y torpe.
-¡Ollie!
-Yo no soy Ollie. Soy Stan. Él es el gordo. Yo soy el flaco.
-¿No vieron nuestras películas? En ellas el gordo es el perjudicado. Siempre está cayendo. El gordo siempre termina mal. Ahora también. El gordo está muerto. Yo soy Stan.
-Los enfermos se acercan para hablarle. Lo señalan cuando llegan sus mujeres y sus niños.
-Aquí está Ollie -dicen-, vengan a verlo. No habla, como en las películas mudas. Va de aquí para allá, pero no habla.
-Ollie siente una especie de secreto orgullo al ser reconocido.
-No soy Ollie, soy Stan –dice.
-Es cierto –dice un niño-, él no es Ollie. El gordo era gordo. Éste no es Ollie.

Los niños salen corriendo. Van a divertirse al parque. Corren, caen y vuelven a levantarse. Ollie que se ha quedado solo, los mira. Tiene un poco de frío. Levanta con esfuerzo la manta y se cubre. Parece un fantasma »




Osvaldo Soriano (1943-1997)

jueves, agosto 30

De ti


Farabeuf o la crónica de un instante

«-¿Ve usted? Esa mujer no puede estar del todo equivocada. Su inquietud, maestro, proviene del hecho de que aquellos hombres realizaban un acto semejante a los que usted realiza en los sótanos de la Escuela cuando sus alumnos se han marchado y usted se queda a solas con todos los cadáveres de hombres y mujeres. Sólo que ellos aplicaban el filo a la carne sin método. En ello descubrió usted una pasión más intensa que la de la simple investigación, y es por eso que valido de su uniforme azul y sus polainas blancas, abriéndose paso a codazos y a empellones se colocó usted frente al "hecho" para crear en medio de él un espacio de horror después de haber colocado pacientemente su enorme aparato fotográfico.

(…)

Todas aquellas filosísimas navajas y aquellos artilugios, investidos de una crueldad necesaria a la función a la que estaban destinados, adquirían una belleza dorada, como orfebrerías barrocas brillando en un ámbito de terciopelo negro, fastuosos como los joyeles de un príncipe oriental que se sirviera de ellos para provocar sensaciones voluptuosas en los cuerpos de sus concubinas, o para provocar torturas inefables en la carne anónima y tensa de un supliciado.

(…)

La mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en que la tortura se vuelve un placer exquisito y en que la muerte no es sino una figuración precaria del orgasmo.

(…)

No pensaste jamás que ese espejo eran mis ojos, que esa puerta que el viento abate era mi corazón, latiendo, puesto al desnudo por la habilidad de un cirujano que llega en la noche a ejercitar su destreza en la carroña ansiosa de nuestros cuerpos »



Salvador Elizondo

El diario de A. Frank

 « ...Por las noches veo a menudo a esa pobre gente inocente desfilando en la oscuridad, con niños que lloran, siempre en marcha, cumpliendo las órdenes de esos individuos, golpeados y maltratados hasta casi no poder más.

No respetan a la gente: ancianos, niños, bebés, mujeres embarazadas, enfermos, todos sin excepción marchan camino de la muerte.

Qué bien estamos aquí, qué bien y qué tranquilitos. No necesitaríamos tomarnos tan a pecho toda esa miseria, si no fuera que tememos por lo que les está pasando a todos los que tanto queremos y a quienes ya no podemos ayudar. Me siento mal, porque mientras yo duermo en una cama bien abrigada, mis amigas más queridas quién sabe dónde estarán tiradas.

Me da mucho miedo pensar en todas las personas con quienes me he sentido siempre tan íntimamente ligada y que ahora están en manos de los más crueles verdugos que hayan existido jamás.Y todo por ser judíos ».

miércoles, agosto 29

Estudio de la soledad

« ¿Un guardián de conductos de larga-distancia en el desierto?
Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?
Quienquiera que él fuera. Al alba vio las surcadas montañas
El color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,
Saturada de violeta, irrumpiendo en un fluido carmín,
Aún permanecerían, inmensos, en la luz naranja.
Día tras día. Y, antes que lo notara, año tras año.
¿Para quién, pensó, ese esplendor? ¿Para mí, solitario?
Aún permanecerá aquí por mucho tiempo después que yo perezca.
¿Qué es eso en el ojo de una lagartija?  o

¿Cuándo fue visto por un pájaro migratorio?
Y si yo soy toda la humanidad, existe ella a si misma sin mí?
Y sabía que no se acostumbraba pregonarlo, por ninguno de ellos
se salvaría ».







Czeslaw Milosz

Yonqui (Prefacio) 1953

« [...] Trabajé de detective privado, de fumigador de insectos, de camarero. Trabajé en fábricas y oficinas. Coqueteé con la delincuencia. Pero mis ciento cincuenta dólares mensuales siempre llegaban puntualmente. No tenía necesidad de dinero. Me parecía una extravagancia romántica poner en juego mi libertad mediante actos delictivos que eran meramente simbólicos. Fue entonces y en esas circunstancias cuando entré en contacto con la droga y me convertí en adicto; fue entonces cuando delinquí de modo consciente, al tener auténtica necesidad de dinero, algo que nunca me había ocurrido antes.

Ésta es la pregunta que se plantea con más frecuencia: ¿qué hace que alguien se convierta en drogadicto?

La respuesta es que, normalmente, nadie se propone convertirse en drogadicto. Nadie se despierta una mañana y decide serlo. Por lo menos es necesario pincharse dos veces al día durante tres meses para adquirir el hábito. Y no se experimenta realmente lo que es el síndrome de abstinencia hasta después de varios períodos de adicción separados por épocas de abstinencia. Tardé casi seis meses en adquirí mi primer hábito y, a pesar de ello, cuando lo dejé los síntomas del síndrome de abstinencia fueron leves. No creo exagerado afirmar que para convertirse en adicto se necesita cerca de un año y varios cientos de pinchazos.

Naturalmente, hay quien hace otras preguntas: ¿por qué empieza alguien a usar estupefacientes? ¿Por qué sigue usándolos hasta convertirse en adicto? Uno se hace adicto a los narcóticos porque carece de motivaciones fuertes que lo lleven en cualquier otra dirección. La droga llena un vacío. Yo empecé por pura curiosidad. Luego empecé a pincharme cada vez que me apetecía. Terminé colgado. La mayor parte de los adictos con los que he hablado tuvieron una experiencia semejante. No empezaron a consumir drogas por ninguna razón en concreto. Quien nunca haya sido adicto, no puede hacerse la idea de lo que significa necesitar droga con la tremenda intensidad de quien está enganchado. Nadie decide convertirse en yonqui. Una mañana se levanta sintiéndose muy mal y se da cuenta de que lo es.

Jamás he lamentado mi experiencia con las drogas. Creo que gracias a haberlas usado de modo intermitente en la actualidad mi salud es mejor de lo que sería si nunca las hubiera probado. Cuando uno deja de crecer, empieza a morir. Un adicto nunca deja de crecer. Muchos adictos se abstienen de las drogas periódicamente, lo que implica que el organismo expulsa las sustancias nocivas al contraerse, y las células que dependen de la droga son reemplazadas. Una persona que consume drogas está en estado continuo de contracción y crecimiento en su ciclo diario de necesitar pincharse para poder sentir la satisfacción de haberse pinchado.

Muchos adictos parecen más jóvenes de lo que son. Recientemente, se han realizado experimentos científicos con un gusano al que obligaban a contraerse suprimiéndole la alimentación. Al contraerse periódicamente, el gusano estaba en crecimiento continuo, de modo que se vida era prolongada indefinidamente. Si un yonqui pudiera mantenerse de modo permanente en el estado en que se siente cada vez que deja la droga, quizá podría vivir hasta una edad increíblemente longeva.

La droga es una ecuación celular que enseña a quien la usa hechos de validez general. Yo he aprendido muchísimo gracias a su uso: he visto medir la vida por las gotas de solución de morfina que hay en un cuentagotas. He experimentado la angustiosa privación que provoca el síndrome de abstinencia, y el placer del alivio cuando las células sedientas de droga beben de la aguja. Quizá todo el placer sea alivio. He aprendido el estoicismo celular que la droga enseña al que la usa. He visto una celda llena de yonquis enfermos, silenciosos e inmóviles, en aislada miseria. Sabían que era inútil quejarse o moverse. Sabían que, en el fondo, nadie puede ayudar a nadie. Nadie tiene una clave o un secreto que pueda comunicar a los demás.

He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es, como el alcohol o la hierba, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no proporciona alegría ni bienestar. Es una manera de vivir »


William S. Burroughs

martes, agosto 28

A Hy Gardner


(N.de Slesnor: columnista del New York Herald Tribune)
 
« Quisiera poderle escribir esas siete u ochocientas palabras que me ha pedido, pero sólo conozco seiscientas. Luego, hay también otras razones.

En primer lugar, he sufrido una época de frustración con mi aguacate. Lo planté con la firme esperanza de que algún día estaría completamente cargado de frutos. Pues bien, han transcurrido cinco años y en todo este tiempo ni un solo aguacate ha colgado de sus ramas. Con profunda desesperación fui a un vivero y le expliqué la situación al jardinero. Cuando acabé el relato me miró con mayor desprecio todavía que el habitual y me dijo: "Sr. Marx, ¿no sabe usted que los aguacates se aparean y que si se quiere tener frutos debe tener uno macho y otro hembra?". Bueno, Hy, podrían haberme derribado con un melón de agua. Sé que las estrellas de cine tienen que hacer algo así para dar frutos, pero no tenía la menor idea de que el aguacate macho necesitase al aguacate hembra tan imperiosamente como Lana necesita a Lex, Frankie necesita a Ava y Abbott necesita a Costello. Pensándolo mejor, quite a Abbott y Costello. La naturaleza no actúa así.

Bien, para abreviar más esta breve epopeya, compré la segunda planta y ahora tengo los dos sexos en el traspatio. Han estado juntos poco tiempo y supongo que es demasiado pronto para saberlo, pero hasta ahora debo decir que no he advertido alguna diferencia. Lo que me intriga es que nunca se miran el uno al otro. Están simplemente ahí, con la mirada perdida, severa y distante, sin mover nunca una hoja, sin hacer crujir nunca siquiera una ramita. Quién sabe, quizá se muestran precavidos cuando estoy por allí. Alguna noche cuando la luna esté llena y el abajo firmante también, me deslizaré hasta allí, me plantaré entre los arbustos y permaneceré allí hasta descubrir definitivamente si alguna vez voy a tener aguacates.

Saludos, Groucho ».

 
 


Groucho Marx

lunes, agosto 27

El amante albanés

« -Hanna, ¿crees que la predisposición a la desgracia se hereda?- le preguntó.
-No, hijo, no- respondió la anciana con convicción, aunque, mientras lo decía, juntó precavidamente el meñique y el íncide de ambas manos en un gesto de conjuro gitano que Ismaíl no llegó a advertir-. Uno es igualmente responsable de su felicidad y de su infortunio. Es cierto que nadie puede negar la importancia del azar, pero si lo piensas bien, te darás cuenta de que la fatalidad llega siempre a nuestras vidas por la puerta que nosotros mismos le hemos abierto »
Susana Fortes

sábado, agosto 25

Los Nacos- Olallo Rubio




« Yo tenía un amigo que se incomodaba cuando me refería a alguien como un "Naco". De acuerdo con la definición peyorativa de naco, o por lo menos mi definición: "Naco" es un tipo engreído, presuntuoso, pedante y vacío, un sujeto sin educación que "cree saber" todo lo que tiene que saber, una persona que se alimenta unicamente de lo material y superficial, un sub-producto de la cultura vanal, efímera, sobre explotada por la televisión chatarra. Naco es un clasista que se expresa peyorativamente del proletariado ».

jueves, agosto 23

Exilio

« ¿Ya no me amas? ¡Bien! Partiré desterrado
de mi primer amor a otro amor que imagino...
Adiós carne amorosa, rapazuelo divino
de mis sueños, ¡adiós bello cuerpo adorado!

En ti, como en un valle, me adormecí embriagado
en un sueño de amores a mitad del camino;
quiero darte ya mi último beso peregrino
como quien abandona la patria, desterrado.

¡Adiós, cuerpo fragante, patria de mi embeleso,
nido de blandas plumas de mi primer idilio,
jardín, en que hecho flores, brotó mi primer beso!

¡Adiós! Ese otro amor ha de amargarme tanto,
como el pan que se come lejos, en el exilio,
amasado con hieles y humedecido en llanto »




Olavo Bilac

Cuestiones

« Si Sócrates entregó a su mujer a Platón voluntariamente y con el consentimiento de ella para cometer adulterio a cambio de diez libros, ¿quién sufrió una pérdida y quién ganó? Ambos sufrieron un daño en lo que a su alma concierne pero en lo que se refiere al bien externo, cada uno ganó porque tiene más de lo que necesita »

 

Jean Buridan

Cartas de Frida Kahlo, 1935


miércoles, agosto 22

Sabemos tan poco

« Sabemos muy poco, y sin embargo es sorprendente que sepamos tanto, y es todavía más sorprendente que tan poco conocimiento nos de tanto poder ».

 
Bertrand Russell. 1872-1970
Filósofo, matemático, lógico y escritor, ganador del Premio Nobel de Literatura

martes, agosto 21

Ves lo que eres

« Abrió la puerta de la calle. Entonces llamó su atención que afuera no había alguien. Sin embargo, distinguió formas extrañas...

Vio un billete caminando junto a una cartera. Había más allá un cartón negro de formas humanas subiendo a un automóvil. Caminó, sin entender que ocurría a su alrededor y empezando a sentirse inquieto. Vio un sombrero que iba atado a una barba rodando por las aceras y lo evitó en un instinto casi felino. Vio una sábana con colores de arcoiris que le erizó la piel e intentó refugiarse en un local, pero al hacer sonar las campanillas de la puerta, descubrió cada vez más horrorizado una figura incomprensible y amarilla que le dijo diabólicamente: -Hola, buenos días señor.

 El mundo estaba de cabeza y saltó a la calle espantado, conteniendo un grito y un salto del corazón. Empezó a caminar más velozmente. Y más.

 Ahora había frutas y verduras, condimentos que lo atacaban amablemente y en un acto de desesperación cruzó la calle, intentando recordar dónde estaría su hogar. Empezó a correr y un sudor frío empezaba a bajar su pescuezo a la par. ¡Zapatos rotos venían hacia él! Era el colmo de los espantos. Corrió, gritó implorando la ayuda de los dioses.

 Nada, estaba solo. La única respuesta eran voces incomprensibles que por todas partes vibraban intentando quebrar sus oídos, y corrió con más fuerzas aún, sintiendo cómo se desprendían sus huesos de la carne, como con vida propia y ajena.

 ¡Lo logró! Había alcanzado la puerta de su hogar, la salvación estaba del otro lado. El refugio seguro y último del mundo. Y allí entró con apremio. Fue entonces que lo vio. Allí estaba reluciente el espejo que colgaba del vestíbulo. Se acercó con sigilo, extrañado del impulso que lo empujaba hacia ese ingenio siniestro de autoengaños...

 Al fin se plantó delante del espejo y, confundido en un horror que revolvió sus tripas, miró el reflejo del espejo y vio el reflejo de un espejo ».

domingo, agosto 19

Los miserables

« Jean Valjean lo desconcertaba. Los axiomas que habían sido los puntos de apoyo de toda su vida caían por tierra ante aquel hombre. Su generosidad lo agobiaba. Recordaba hechos que en otro tiempo había calificado de mentiras y locuras, y que ahora le parecían realidades.
(...)
Sin duda tuvo siempre la intención de poner a Jean Valjean a disposición de la ley, de la que era cautivo, y de la cual él, Javert, era esclavo. Toda clase de novedades enigmáticas se abrían a sus ojos. Se preguntaba: ¿Por qué ese presidiario a quien he perseguido hasta acosarlo, que me ha tenido bajo sus pies, que podía y debía vengarse, me ha perdonado la vida? ¿Por deber? No. Por algo más. Y yo, al dejarlo libre, ¿qué hice? ¿Mi deber? No, algo más. ¿Hay, pues, algo por encima del deber? Al llegar aquí se asustaba. Desde que fue adulto y empezó a desempeñar su cargo, cifró en la policía casi toda su religión. Tenía un solo superior, el prefecto, y nunca pensó en Dios, en ese otro ser superior »



Victor Hugo

sábado, agosto 18

Bye bye so


« Treinta años y otros tantos,
ya no recuerdo cuándo,
después del sueño o antes del despertar,
pensé que ya no te vería más.

Tonto, solo, perdido
y algo mareado, me acuerdo,
que el olor de tu pelo
te lo puso el viento y el gusto tu mar.

Del pueblo chico un infierno eterno
y en el cemento porteño,
lo otro parece lento,
del café veraniego
al consultorio interno
y en el armario el dueño
del amor del niño.

Mejor no te digo,
sólo el recuerdo te pido
y, si la memoria falla,
tan sólo por nada
te regalo estas líneas
para que sueñes conmigo,
para pensarte dormido ».




Augusto Piedra




viernes, agosto 17

Piano

« Y en la nube de un balcón ajeno,
con olor a noche de recuerdo,
busco la brisa que me lleve volando
a ese lugar preciado y viejo
lleno de pianos y espejos.
Y al bar de abajo un café
con sudor de nervios, lleno de olor a pecados.
Busco el momento dorado
de mujeres que den la nota...
Y ya nada es lo que era
Por suerte para las letras
Todo cambia y hay historia nueva
Que trae cada balcón de mujer
Que trae cada café del olvido...
Y ya la cuenta llegó
y saqué de los bolsillos
la última nota del piano
para ponerle melodía al olvido,
a lo ajeno.
A cada balcón donde me despierte mañana.
A cada café que me lleve contigo »





Augusto Piedra


jueves, agosto 16

HeLa

Her name was Henrietta Lacks,
but scientists know her as HeLa

« Henrietta Lacks fue una afroamericana de familia humilde, analfabeta y descendiente de esclavos. Cuando murió de cáncer de cuello de útero el 4 de octubre de 1951, fue enterrada en una tumba sin lápida cuyo emplazamiento exacto ni siquiera conocemos, en Lackstown, Virginia. Sin embargo, tras su muerte, Henrietta ha salvado muchas vidas y ha generado millones de dólares de beneficios, a pesar de que ella fue pobre.

Y todo fue por sus células. Henrietta padecía un tumor cancerígeno cuando acudió al médico. Allí le tomaron sin su permiso unas muestras de sus células, que hoy en día siguen vivas y que se han reproducido a un ritmo tal que su masa total supera ya la que tuvo en su día el cuerpo vivo de Henrietta: se calcula que se han producido aproximadamente 50 toneladas métricas de material celular.

Por primera vez en la historia, se había conseguido mantener en cultivo continuo un tejido tumoral humano, la primera línea celular inmortal.

Y es que las células de Henrietta, conocidas con el nombre de HeLa, han servido para desarrollar la vacuna contra la polio, realizar importantes avances en campos como la clonación, cáncer, sida, los efectos de la radiación o sustancias tóxicas y han generado más de 17.000 patentes que producen fortunas y casi 60.000 publicaciones científicas en todo el mundo. Además del desarrollo del medicamento Herceptin® contra el cáncer de mama. Incluso sus células han sido enviadas al espacio.

¿Por qué precisamente céulas HeLa? Por su facilidad de cultivo y su docilidad de manejo. Las células crecen con una robustez extraordinaria, doblando su número cada 24 horas, y tal es su éxito, que superan a cualquier competidor en el medio.

Tal es el éxito de las HeLa, que incluso un biólogo evolucionista llamado Leigh Van Valen propuso con cierta polémica que fueran aceptadas como una nueva especie: Helacyton gartleri. Para defender su postura, se basaba en que las células presentan un cariotipo estable de 82 cromosomas, frente a los 46 humanos, y un genoma quimérico que fusiona el humano con el del virus del papiloma 18, el causante de la enfermedad de Henrietta.

La familia de Henrietta no se enteró de su “inmortalidad” hasta 20 años después de aquella biopsia, cuando los científicos se pusieron en contacto con su marido e hijo para proseguir las investigaciones.

Una de las hijas de Henrietta, llamada Elsie, murió en una institución mental a la edad de 15 años sin contar con seguro médico ».

 

Rebecca Skloot

martes, agosto 14

Un cuento, por favor

« Ya acostado te pido que me leas el cuento, no un cuento. El cuento no me duerme, me invita a seguir soñando, esta vez con los ojos cerrados, tampoco me cansa, ni me aburre, si eso quisiera te pediría que me cuentes: si te pusiste la corbata de siempre, cuántas sonrisas regalaste camino al trabajo, que me expliques cómo saludaste a tus compañeros hoy, que me comentes cómo es tu jefe, que me digas a qué hora saliste y qué hiciste luego. Pero no, prefiero el cuento. Ese relato que interrumpo con parpadeos que sintonizan el nuevo rumbo que tomara en mis sueños. Ese cuento que nunca te va a despertar y que te duerme para luego despertarte y ponerte la corbata entre crujidos de huesos y alarmas. Probaste con ponerte la alarma en el costado derecho del cerebro… ¿Se despertará así tu lado artístico? ¿O invernará más aún esperando la primaveral jubilación? ¿Por dónde andarán tus musas?

No debe ser fácil ser tú, pero ser yo que soy más tú que tú mismo va a ser menos alegre a este paso. Confío en que el cuento un día te despierte, o tal vez los míos cuando saques ese juguete que te aproxima la oreja al hombro. O acaso en esa pantalla llena de colores y movimientos buscas nuevos cuentos ¡Si! Así debe ser… Junto a esos colores y movimientos te mantienes despierto, ahí hay cuentos.

Ahora me doy cuenta porque te despiertas con ella, comes con ella y sonríes con ella. De veras deben ser entretenidos esos cuentos porque cuando la miras pareces estatua, por momentos te tironeo el pantalón para comprobar que no te has convertido en estatua.

Cuando sea como tú, también invitaré amigos a ver los cuentos, a reír con ellos y el cuento. Dejaremos de lado nuestras travesuras, comidas, juegos y veremos juntos los cuentos.

Eres mi ídolo, voy a seguir tus pasos para ser como tú. Espero que pronto me pongas la pantalla de cuentos para tener más que compartir contigo  ».


Juancho Montenegro

lunes, agosto 13

La salvación

« Esta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres, en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones técnicas y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo un ser tan ínfimo" - sin duda estaba pensando el tirano - "es capaz de lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?".

Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. "Por humildes que sean" - dijo indicando el pájaro - "hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros" »



Adolfo Bioy Casares

sábado, agosto 11

Un adjetivo feliz

« En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez la causa de mi encierro gradualmente pierda su nobleza, hasta ser sórdida, y quizá mis líneas tengan, en otros mundos, la innegable superioridad de un adjetivo feliz »


Adolfo Bioy Casares

Rastro de un sueño

« Percibió una ligera reverberación y un tenue destello, islas de sol, reflejos luminosos, espacios de sombra, cielo azul veteado de blanco, un cono centelleante de luces movedizas, lo que cualquiera puede ver al guiñar los ojos, pero reforzado de algún modo, de alguna forma valioso y único, transformado de percepción en experiencia por la acción de alguna sustancia secreta. Lo que centelleaba con múltiples destellos, reverberaba, se desvanecía, ondeaba y batía alas no era un mero tumulto de luz procedente del exterior, y esos fenómenos no se desarrollaban sólo en el ojo, también eran vida, bullente impulso interior, y correspondían al espíritu, al propio destino ».


Hermann Hesse

viernes, agosto 10

El árbol de la ciencia

« Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura »



Pío Baroja

El narrador, el espacio

« El primer problema que debe resolver el autor de una novela es el siguiente: «¿Quién va a contar la historia?»
Las posibilidades parecen innumerables, pero, en términos generales, se reducen en verdad a tres opciones: un narrador~personaje, un narrador~omnisciente exterior y ajeno a la historia que cuenta, o un narrador~ambiguo del que no está claro si narra desde dentro o desde fuera del mundo narrado. Los dos primeros tipos de narrador son los de más antigua tradición; el último, en cambio, de solera recientísima, un producto de la novela moderna.

¿Recuerda usted el comienzo del Quijote? Estoy seguro que sí, pues se trata de uno los más memorables arranques de novela de que tengamos memoria: «En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...» Atendiendo a aquella clasificación, no hay la menor duda: el narrador de la novela está instalado en la primera persona, habla desde un yo, y, por lo tanto, es un narrador~personaje cuyo espacio es el mismo de la historia. Sin embargo, pronto descubrimos que, aunque ese narrador se entrometa de vez en cuando como en la primera frase y nos hable desde un yo, no se trata en absoluto de un narrador~personaje, sino de un narrador~omnisciente, el típico narrador émulo de Dios, que, desde una envolvente perspectiva exterior nos narra la acción como si narrara desde fuera, desde un él. De hecho, narra desde un él, salvo en algunas contadas ocasiones en que, como al principio, se muda a la primera persona y se muestra al lector, relatando desde un yo exhibicionista y distractor (pues su presencia súbita en una historia de la que no forma parte es un espectáculo gratuito y que distrae al lector de lo que en aquélla está ocurriendo). Esas mudas o saltos en el punto de vista espacial ~de un yo a un él, de un narrador~omnisciente a un narrador~personaje o viceversa~ alteran la perspectiva, la distancia de lo narrado, y pueden ser justificados o no serlo. Si no lo son, si con esos cambios de perspectiva espacial sólo asistimos a un alarde gratuito de la omnipotencia del narrador, entonces, la incongruencia que introducen conspiran contra la ilusión debilitando los poderes persuasivos de la historia.

Pero, también, nos dan una idea de la versatilidad de que puede gozar un narrador, y de las mudas a que puede estar sometido, modificando, con esos saltos de una persona gramatical a otra, la perspectiva desde la cual se desenvuelve lo narrado.

Las mudas tienen lugar ~[...] en Moby Dick o en el Quijote~ de un punto de vista espacial a otro.

Si estas mudas son justificadas, pues contribuyen a dotar de mayor densidad y riqueza anímica, de más vivencias a la ficción, esas mudas resultan invisibles al lector, atrapado por la excitación y curiosidad que despierta en él la historia. En cambio, si no consiguen este efecto, logran el contrario: esos recursos técnicos se hacen visibles y por ello nos parecen forzados y arbitrarios, unas camisas de fuerza que privan de espontaneidad y autenticidad a los personajes de la historia. No es el caso del Quijote ni de Moby Dick, claro está.

Es raro, casi imposible, que una novela tenga un narrador. Lo común es que tenga varios, una serie de narradores que se van turnando unos a otros para contarnos la historia desde distintas perspectivas, a veces dentro de un mismo punto de vista espacial (el de un narrador~personaje, en libros como La Celestina o Mientras agonizo, que tienen, ambos, apariencia de libretos dramáticos) o saltando, mediante mudas, de uno a otro punto de vista, como en los ejemplos de Cervantes [...] o Melville »


Carta a un joven novelista
Mario Vargas Llosa

jueves, agosto 9

El anillo

« Había una vez un caballero que vivía en lo profundo del bosque en su antiguo castillo, donde practicaba espirituales contemplaciones y penitencias. Ningún extranjero visitaba al santo varón, todos los caminos se hallaban cubiertos de tupida hierba y sólo la campanilla, que de tiempo en tiempo hacia sonar en el curso de sus oraciones, interrumpía el silencio dejándose escuchar en la claridad de la noche, adentrándose en la espesura del bosque. El caballero tenía una hija, la cual le inspiraba no pocos sobresaltos a causa de su manera de pensar, del todo diferente a la suya, y cuyo entero anhelo dirigíase únicamente a las cosas profanas. Por las noches, cuando se encontraba sentada ante su rueca y él le leía en sus viejos libros las historias maravillosas de los santos mártires, ella solía pensar entre sí: "Pero eran realmente unos tontos", y creía saber mucho más que su anciano padre. Este creía en todos esos milagros. Muchas veces, cuando él estaba ausente, ella hojeaba los libros y pintaba grandes bigotes sobre las imágenes de los santos ».




Joseph Eichendorff

2666 Fobias

« (…) Hay cosas más raras que la sacrofobia, dijo Elvira Campos, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos en México y que aquí la religión siempre ha sido un problema, de hecho, yo diría que todos los mexicanos, en el fondo, padecemos de sacrofobia.

Piensa, por ejemplo, en un miedo clásico, la gefidrofobia. Es algo que padecen muchas personas. ¿Qué es la gefidrofobia?, dijo Juan de Dios Martínez. Es el miedo a cruzar puentes. Es cierto, yo conocí a un tipo, bueno, en realidad era un niño, que siempre que cruzaba un puente temía que éste se cayera, así que los cruzaba corriendo, lo cual resultaba mucho más peligroso. Es un clásico, dijo Elvira Campos. Otro clásico: la claustrofobia. Miedo a los espacios cerrados. Y otro más: la agorafobia. Miedo a los espacios abiertos. Ésos los conozco, dijo Juan de Dios Martínez. Otro clásico más: la necrofobia.

Miedo a los muertos, dijo Juan de Dios Martínez, he conocido gente así. Si trabajas como policía resulta un lastre. También está la hematofobia, miedo a la sangre. Muy cierto, dijo Juan de Dios Martínez. Y la pecatofobia, miedo a cometer pecados.

Pero luego hay otros miedos que son más raros. Por ejemplo, la clinofobia. ¿Sabes qué es? Ni idea, dijo Juan de Dios Martínez. Miedo a las camas. ¿Puede alguien tener miedo o aversión a una cama? Pues sí, hay gente que sí. Pero esto se puede atenuar durmiendo en el suelo y no entrando jamás a un dormitorio.

Y luego está la tricofobia, que es el miedo al pelo. Un poco más complicado, ¿verdad? Complicadísimo. Hay casos de tricofobia que acaban en suicidio. Y también está la verbofobia, que es el miedo a las palabras. En ese caso, lo mejor es quedarse callado, dijo Juan de Dios Martínez. Es un poco más complicado que eso, porque las palabras están en todas partes, incluso en el silencio, que nunca es un silencio total, ¿verdad? Y luego tenemos la vestiofobia, que es el miedo a la ropa. Parece raro pero está mucho más extendido de lo que parece. Y uno relativamente común: la iatrofobia, que es el miedo a los médicos.

O la ginefobia, que es el miedo a la mujer y que lo padecen, naturalmente, sólo los hombres. Extendidísimo en México, aunque disfrazado con los ropajes más diversos. ¿No es un poco exagerado?

Ni un ápice: casi todos los mexicanos tienen miedo de las mujeres. No sabría qué decirle, dijo Juan de Dios Martínez.

Luego hay dos miedos que en el fondo son muy románticos: la ombrofobia y la talasofobia, que son, respectivamente, el miedo a la lluvia y el miedo al mar. Y otros dos que también tienen algo de románticos: la antofobia, que es el miedo a las flores, y la dendrofobia, que es el miedo a los árboles. Algunos mexicanos padecen ginefobia, dijo Juan de Dios Martínez, pero no todos, no sea usted alarmista. ¿Qué cree usted que es la optofobia?, dijo la directora. Opto, opto, algo relacionado con los ojos, híjole, ¿miedo a los ojos? Aún peor: miedo a abrir los ojos. En sentido figurado, eso contesta lo que me acaba de decir sobre la ginefobia. En sentido literal, produce trastornos violentos, pérdidas de conocimiento, alucinaciones visuales y auditivas y un comportamiento, por lo general, agresivo. Conozco, no personalmente, claro, dos casos en los que el paciente llegó hasta la automutilación. ¿Se sacó los ojos? Con los dedos, con las uñas, dijo la directora. Sopas, dijo Juan de Dios Martínez. Luego tenemos, por supuesto, la pedifobia, que es el miedo a los niños, y la balistofobia, que es el miedo a las balas.

Esa fobia es la mía, dijo Juan de Dios Martínez. Sí, supongo que es de sentido común, dijo la directora. Y otra fobia, ésta en aumento, es la tropofobia, que es el miedo a cambiar de situación o lugar. Que se puede agravar si la tropofobia deviene agirofobia, que es el miedo a las calles o a cruzar una calle. Sin olvidarnos de la cromofobia, que es el miedo a ciertos colores, o la nictofobia, que es el miedo a la noche, o la ergofobia, que es el miedo al trabajo. Un miedo muy extendido es la decidofobia, que es el miedo a tomar decisiones. Y un miedo que empieza recién a extenderse es la antropofobia, que es el miedo a la gente. Algunos indios padecen de forma muy acentuada la astrofobia, que es el miedo a los fenómenos meteorológicos, como truenos, rayos, relámpagos. Pero las peores fobias, a mi entender, son la pantofobia, que es tenerle miedo a todo, y la fobofobia, que es el miedo a los propios miedos. ¿Si usted tuviera que sufrir una de las dos, cuál elegiría? La fobofobia, dijo Juan de Dios Martínez. Tiene sus inconvenientes, piénselo bien, dijo la directora. Entre tenerle miedo a todo y tenerle miedo a mi propio miedo, elijo este último, no se olvide que soy policía y que si le tuviera miedo a todo no podría trabajar.

Pero si les tiene miedo a sus miedos su vida se puede convertir en una observación constante del miedo, y si éstos se activan, lo que se produce es un sistema que se alimenta a sí mismo, un rizo del que le resultaría difícil escapar, dijo la directora ».




© Bolaño, Roberto. 2666. Editorial Anagrama. Barcelona, 2004

miércoles, agosto 8

El amor de una mujer generosa

« En la larga casa blanca, con sus esquinas de azulejo, vivía ahora gente nueva. Los Shantz se habían marchado a vivir a Florida. Enviaban naranjas a mis tías; Ailsa decía que aquellas naranjas conseguían que las que comprabas en Canadá te repugnaran. Los nuevos vecinos habían construido una piscina, que sobre todo utilizaban sus hijas -dos preciosas jovencitas que ni siquiera me miraban cuando nos cruzábamos por la calle- y las novios de éstas. Los arbustos habían crecido considerablemente entre el patio de mis tías y el de ellos, pero aun así podía verlos correr y empujarse alrededor de la piscina, sus alaridos, los chapuzones. Despreciaba sus payasadas porque me tomaba la vida en serio y tenía una idea mucho más elevada y noble del amor. Pero, de todas formas, me hubiera gustado atraer su atención. Me hubiera gustado que alguno de ellos viera mi pijama pálido moviéndose en la oscuridad y hubiera gritado de verdad, pensando que yo era un fantasma »



Alice Munro

Parábola de la solitaria

« La ficción es una mentira que encubre una profunda verdad; ella es la vida que no fue, la que los hombres y mujeres de una época dada quisieron tener y no tuvieron y por eso debieron inventarla.

Ahora bien, cuando alguien ~por ejemplo, don Quijote o madame Bovary~ se empeñan en confundir la ficción con la vida, y trata de que la vida sea como ella aparece en las ficciones, el resultado suele ser dramático. Quien actúa así suele pagarlo en decepciones terribles.

Sin embargo, el juego de la literatura no es inocuo. Producto de una insatisfacción íntima contra la vida tal como es, la ficción es también fuente de malestar y de insatisfacción. Porque quien, mediante la lectura, vive una gran ficción ~como esas dos que acabo de mencionar, la de Cervantes y la de Flaubert~ regresa a la vida real con una sensibilidad mucho más alerta ante sus limitaciones e imperfecciones, enterado por aquellas magníficas fantasías de que el mundo real, la vida vivida, son infinitamente más mediocres que la vida inventada por los novelistas. Esa intranquilidad frente al mundo real que la buena literatura alienta, puede, en circunstancias determinadas, traducirse también en una actitud de rebeldía frente a la autoridad, las instituciones o las creencias establecidas »




Mario Vargas Llosa

martes, agosto 7

El amor es una compañía

« El amor es una compañía, ya no sé andar solo por los caminos,
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más a prisa y ver menos,
y al mismo tiempo gustar de ir viendo todo.
Aun la ausencia de ella es una cosa que está conmigo,
y yo gusto tanto de ella que no sé cómo desearla.
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los arboles altos,
pero si la veo tiemblo, no sé qué se ha hecho de lo que siento en ausencia de ella.
Todo yo soy cualquier fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como un girasol con la cara de ella en el medio ».


 


Fernando Pessoa

No te conformes, lo mereces todo

« Yo me merezco todo lo bueno, no algo, un poquito, sino todo lo bueno.
Ahora disuelvo cualquier pensamiento negativo o restrictivo.
Me libero y disuelvo todas las limitaciones del pasado.
No me ata algún miedo o limitación de la sociedad en la que vivo.
Ya no me identifico con algún tipo de limitación.
En mi mente tengo libertad absoluta.
Ahora entro a un nuevo espacio en la conciencia, en donde me veo de forma diferente.
Estoy creando nuevos pensamientos acerca de mi ser y de mi vida.
Mi nueva forma de pensar se convierte en nuevas experiencias.
Ahora sé y afirmo que formo una unidad con el Próspero Poder del Universo.
Y por lo tanto recibo multitud de bienes.

La totalidad de las posibilidades está ante mi.
Merezco la vida, una vida buena.
Merezco el amor, abundante amor.
Merezco la salud.
Merezco vivir cómodamente y prosperar.
Merezco la alegría y la felicidad.
Merezco la libertad, la libertad de ser todo lo que puedo ser.
Merezco muchas cosas más que todo eso: merezco todo lo bueno.
El Universo está más que dispuesto a manifestar mis nuevas creencias

y yo acepto la abundancia de esta vida con alegría, placer y gratitud.
Porque me lo merezco lo acepto y sé que es verdad.
Así Es. Gracias Amado Universo
»




Louise Hay

Los ojos amarillos de los cocodrilos

« Sólo el hombre que se ha encontrado, el hombre que coincide consigo mismo, con su verdad interior, es un hombre libre. Él sabe quién es, se divierte explotando lo que es, no se aburre más. La felicidad que siente al vivir en buena vecindad consigo mismo le vuelve casi eufórico. Vive entonces realmente mientras los demás dejan pasar sus vidas entre los dedos… sin cerrarlos jamás »

Katherine Pancol

lunes, agosto 6

El alma rusa

« En el momento de meterse en la cama, todos sus proyectos, todos sus arrepentimientos, todos sus remordimientos se habían evaporado. Se sorprendió de encontrarse la conciencia serena, el corazón consolado, hasta alegre casi. Se sonrió en el semblante asustado del obispo y se sintió satisfecho de haberle causado miedo... Además, ¿qué mal había cometido?... ¿No era un hombre después de todo?... ¿No había obedecido a un impulso natural de sus sentidos?... Los otros curas no se privaban de aquella diversión: testigo de ello, aquel crápula de arcipreste, que concluiría en presidio algun día, y el gran vicario, que, a pesar de sus maneras puritanas, recibía en su casa un montón de viejas devotas histéricas... Y no hablaba de los otros, que instalaban sus concubinas en sus presbiterios bajo el nombre de sobrinas, primas o criadas... ¿Habia deseado una mujer, había querido tomarla?... A por que no se había dirigido a la sombra cómplice de los confesionarios, donde el aliento de los curas se mezcla al aliento de las penitentes, donde, de los labios aproximados, se escapan preguntas que enervan y confesiones que abrazan?... Verdaderamente era demasiado bestia al exagerar así siempre las cosas, desnaturalizarlas, engañarse, ¡perder la cabeza por un sí o un no!... Y la campesina se presentó ante él, tal como se le había aparecido en el crepúsculo, con sus miembros robustos y su olor poderoso de juventud ; no solamente no intentó esta vez apartar la imagen aparecida, sino que al contrario, esforzóse en retenerla, en fijarla, en hacerla de cualquier manera tangible, en completarla y en recordar también la turbación exquisita y furiosa con que fuera tan extrañamente sacudido »



Octave Mirbeau

Nos sobran los motivos

« Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón, podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos no lloran más por ti.

Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanzas,
con los muebles del amor.

Esta campana muda en el campanario,
esta mitad partida por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.

Este cambio de acera de tus caderas,
estas ganas de nada, menos de ti,
este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremallera,
ni anillos de presumir.

Esta casita de muñecas de alcana,
este racimo de pétalos de sal,
este huracán sin ojo que lo gobierne,
este jueves, este viernes,
y el miércoles que vendrá.

No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir "con Dios" a los dos
nos sobran los motivos.

Este museo de arcángeles disecados,
este perro andaluz sin domesticar,
este trono de príncipe destronado,
esta espina de pescado,
esta ruina de Don Juan.

Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de barbazul,
que poco rato dura la vida eterna,
por el túnel de tus piernas,
entre Córdoba y Maipú.

Esta guitarra cínica y dolorida,
con su terco knock knockin' on heaven's door,
estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas
a pañuelo de estación.

Este Land Rover aparcado en tu puerta,
la rueca de Penélope en el Luna Park,
estos dedos que sueñan que te desnudan,
esta caracola viuda
sin la pianola del mar »
Joaquín Sabina

domingo, agosto 5

El agua y los sueños

« Todo un lado de nuestra alma nocturna se explica por el mito de la muerte concebida, como una partida en el agua. Para el soñador, las inversiones entre esa partida y la muerte son continuas. Para ciertos soñadores, el agua es el movimiento nuevo que nos invita a un viaje nunca realizado. Esa partida materializada nos arranca a la materia de la tierra. Qué asombrosa grandeza tiene ese verso de Baudelaire, cómo llega al corazón de nuestro misterio esta imagen súbita: ¡Oh! Muerte, viejo capitán, ya es tiempo! ¡Levemos anclas! »



Gaston Bachelard

Facundo interminable

« Maestro, esta es una carta que nunca llegará al buzón de la casa que nunca tuviste y es que, en realidad, no sé a cuál de los buzones de correo que están por todas las calles de todas las ciudades y es que, eres tan grande que vives en todo el mundo.

 No sé si llorarte, porque, si de algo estoy seguro es que tú enseñaste a respetar la vida y llorar por la muerte es faltarle el respeto a esa vida que compartiste. No sé si llorarte y es que, la verdad, no sé con certeza quién eres o de dónde vienes, es decir, no te conozco o tal vez, te conozco demasiado que te confundo conmigo.


No sé si llorarte porque ya no escucharé tu voz o al menos noticias de lo que haces con esa energía que tantas veces llegó a mí para darme las ganas de seguir caminando. No sé si llorarte porque extrañaré la música, que son las alas con las que seguramente llegaste a Dios tantas veces, que hoy debes sentirte como en casa en el paraíso que en tus canciones describías con tantos colores.

No sé si llorarte por la forma en que te fuiste irrespetuoso y simple, como eres, que ni siquiera te despediste de nosotros. No sé si llorarte porque ahora estoy tan ocupado viviendo de la forma en que me enseñaste; amando a todas las personas y respetándolas por ese mismo amor, tomando los mejores vinos y comiendo las mejores manzanas con el mejor cigarro que pude encontrar, y paseando por el mundo en el carro que nunca tuviste y que tampoco tengo yo, pero me enseñaste a solucionar ese problema, y es que viajo en carros de mis amigos, además estoy tan ocupado cantándole a Dios y a la vida, aunque en esto último redundo, porque si algo enseñaste, es que Dios es la vida misma. La verdad, amigo Facundo, es que creo que no te lloro porque me enseñaste a estar tan ocupado viviendo, que ya no tengo tiempo para llorarte ».



W. Palomino

sábado, agosto 4

El abogado del diablo

« La teología que nos predicaban era el antiguo código fundamentalista que siguió a la Reforma... En la Congregación, realicé mis primeras experiencias destinadas a lavar el cerebro humano y a doblegar el espíritu. Las practicaba mi maestro de novicios..., un anti-intelectual, afectado de ceguera espiritual, que infligió daños graves, a veces irreparables, a muchos de los jóvenes que estaban a su cargo... Y, sin embargo, aprendí mucho de él. Aprendí a guardar silencio y esperar. Aprendí la inutilidad de discutir con los sordos. Aprendí a no confundir jamás la verdad con el hombre que la predicaba o la deformaba, a sospechar siempre del evangelista... Rogué no ser nunca como él. Sabía que nunca podría creer en el Dios que él predicaba. Para alcanzar la serenidad en la cual, gracias a Dios, resido ahora, tuve que aprender a perdonarlo. Lo que no puedo perdonar y lo que jamás puedo admitir es la crueldad impersonal que las instituciones —mi propia Iglesia entre ellas— ejercen sobre sus miembros y que justifican con mil argumentos... He luchado contra esta crueldad la vida entera »


Morris West

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viernes, agosto 3

La felicidad de Cabral

« Si, claro, soy feliz porque soy libre, siempre lo he sido y la sociedad no me afecta con su basura. Yo no vivo con los que están mal, yo vivo con los que están bien. Aprendes a elegir: no quiero vivir con el dictador, no quiero vivir con el demagogo, no quiero vivir con el explotador, ni con el esclavo. Quiero vivir con la gente libre, y con esa gente, que sinceramente se puede vivir, hacer una buena vida. No puedes ser feliz si no eres libre ».


Facundo Cabral

Eduardo II

« Dulce príncipe, voy; que tus amorosos renglones habrían podido hacerme venir a nado de Francia y, como Leandro, expirar en la arena con tal de verte sonreír y tomarme en tus brazos. Para mis ojos de exiliado la vista de Londres es como el elíseo a un alma a él recién llegada. No porque ame a esta ciudad ni a sus hombres, sino porque alberga al que me es tan caro, esto es, al rey, sobre cuyo pecho moriría contento aunque tuviese por enemigo al resto del mundo. ¿Necesitan las gentes del Ártico amar las estrellas cuando el sol brilla sobre ellos día y noche? Adiós  vil humillarse ante los orgullosos pares; que mi rodilla sólo se doblara ante el rey. En cuanto a la multitud, ¿qué son sino chispas arrancadas de los maderos quemantes de su pobreza? Antes trataría de halagar al viento que roza mis labios y huye ».



Christopher Marlowe

jueves, agosto 2

La oración de Gandhi ★ ••

«Señor:

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das éxito, no me quites la humildad. Si me das humildad, no me quites la dignidad.

Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda, no me dejes inculpar de traición por no pensar igual que yo. Enséñame a querer a la gente como a mi mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso. Más bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que antecede al triunfo. Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es un signo de bajeza.

Si me quitas el éxito, dame fuerza para aprender del fracaso. Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende dame, valor para perdonar.

¡SEÑOR SI YO ME OLVIDO DE TI, NUNCA TE OLVIDES DE MI! »


Mahatma Gandhi

Eclipse de Dios

« La palabra Dios es la más vilipendiada de las palabras humanas. Ninguna está tan manchada ni tan dilacerada. Las generaciones humanas han descargado el peso de su vida sobre esta palabra y la han destrozado. Yace en el polvo y sostiene el peso de todas ellas: las generaciones humanas, con sus disensiones religiosas, han matado y se han dejado matar por esta palabra, que lleva sobre sí sus huellas y su sangre. Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra Dios »



Martin Buber

miércoles, agosto 1

Dublín al sur

« Siempre habrá suicidas convencidos, desamparados que merodean los lugares de la estupidez y de la vanidad humanas, desesperados que buscan la salvación e intentan comprarla en las casas del ramo, matrimonios acaudalados cuya razón de existir es la competencia con otro matrimonio acaudalado, esclavos de las modas literarias sumidos en la perplejidad y el desasosiego, seres oblicuos para quienes la vida es tangencial, tíos que deben ser asesinados, y alguien que sueña un castillo en Irlanda »




Isidoro Blaisten

« No olvides volar (ser Libre) »